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El deber de vacunarse y el derecho a decir no

OMS dice que inmunización contra la covid no puede ser obligatoria, pero hay países que así lo disponen.

  • El deber de vacunarse y el derecho a decir no
02 de enero de 2021
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Vacunarse contra el coronavirus en Brasil es obligatorio por ley. En ese país en el que el gobierno de Jair Bolsonaro no tomó medidas de aislamiento y distanciamiento social para luchar contra la pandemia, este mes el Tribunal Supremo tramitó una legislación para hacer de la inmunización un quehacer de sus 209 millones de habitantes.

La norma establece que, si bien es un asunto de obligatoriedad, no se puede forzar a las personas a aplicarse la inyección. Pero el que no acepte recibirla será registrado y podría ser objeto de sanciones, dependiendo de la normativa que desarrollen las autoridades locales y estatales para este fin, un asunto que aún está en discusión.

En España ponérsela no es imperativo, pero el Ministerio de Sanidad lleva un registro de quienes rechazan la dosis y esa información es compartida con la Unión Europea. En Colombia esta tiene un principio de gratuidad, mas no de obligatoriedad. Entonces, ¿existe el derecho a no vacunarse contra el coronavirus o es un deber ciudadano en materia de salud pública?

¿Vacunación obligatoria?

Hernando Torres, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, responde que cada ciudadano debería aceptarlo de manera voluntaria en el uso de sus libertades, “pero si, eventualmente, está en riesgo la sociedad por la expansión del virus, sería un caso extremo en el que tendría que aplicarse de forma obligatoria”.

Las campañas masivas contra la covid comenzaron en todo el mundo. En Chile, el extremo sur del continente, los trabajadores de la salud son inmunizados; más al centro, en México, ya una enfermera de 59 años recibió su pinchazo antipandemia; y al norte en Estados Unidos el presidente electo Joe Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris también se inocularon.

La invitación a recibir la vacuna es un eco mundial. La Organización Mundial de al Salud (OMS), científicos y ministerios de salud envían mensajes de confianza en los desarrollos que se alcanzaron en este 2020 para que la gente acuda a las jordanas que comienzan a expandirse por el mundo.

Pero, según dijo la OMS el 7 de diciembre, no puede ser una medida obligatoria porque las personas deben tener la libertad de determinar si inmunizarse o no. El director de emergencias de la organización, Michael Ryan, consideró que es “mucho mejor” si los ciudadanos pueden tomar esa decisión basados en la información que reciben.

Creer en ciencia

En este debate se entretejen argumentos científicos, de salud pública y legales. Si bien la inmunización para el coronavirus se desarrolló con rapidez respecto al tiempo normal que tarda un proceso de estos –que puede superar los dos años– la OMS ha dado un parte de tranquilidad sobre las productos que ya están el mercado.

“Los estudios preliminares son muy prometedores, con unas tasas altas de eficacia, y han llevado a muchos Estados a una aprobación acelerada. Aún hay preguntas por resolver, pero hay que confiar en la ciencia”, afirma Antonio José Lopera, epidemiólogo y Jefe de la División Médica del Hospital Pablo Tobón Uribe.

Ese voto de confianza comienza desde los líderes mundiales. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, recibió su inmunización ante las cámaras, lo mismo sucedió con el senador republicano Marco Rubio.

Como lo dice Maria Victoria Restrepo, epidemióloga y Jefe de la División de Calidad del Hospital Pablo Tobón Uribe, “el camino de la ciencia se muestra riguroso, los informes de posibles eventos adversos han sido publicados con transparencia y los resultados de efectividad y seguridad son alentadores”.

Las autoridades en salud dan un balance de confianza, pero una parte de la ciudadanía se muestra escéptica. Miremos el caso de Colombia. La encuesta Pulso Social del Dane indicó que el 44,2 % de los connacionales no están interesados en recibir la dosis.

Ese recelo también sucede en otras partes del mundo. Un estudio de Levada Center encontró que el 58 % de los rusos no planean recibir la inmunización y entre esos está el presidente de ese país, Vladimir Putin, quien según informó el Kremlin no tiene previsto, por ahora, aplicársela.

En contraste, los datos muestran que en España apuestan por la ciencia pues, según un análisis del Centro de Investigaciones Sociológicas, solo el 28 % no contempla recibir esa inyección.

La libertad del paciente

Diego Molina, médico internista e infectólogo de la IPS Universitaria y la Clínica del Prado, recuerda que los pacientes son autónomos y tienen la capacidad de decidir si quieren realizarse un procedimiento o no.

“Entre esos está la acto de vacunarse. Sin embargo, como ciudadanos responsables todos deberíamos recibirla. Hoy hay muchas enfermedades que se han controlado como hepatitis B y el polio gracias a las inmunizaciones”, afirma.

Como lo decía el médico Antonio José Lopera, aún hay interrogantes sobre este desarrollo, como cuánto dura la inmunidad o cómo se comporta en los subgrupos de riesgo. Reino Unido, por ejemplo, el primer país en comenzar ese proceso, recomendó no aplicar el producto desarrollado por Pfizer a personas con un historial grave de alergias.

El mundo está en el contexto de una emergencia de salud pública y ante esta crisis la vacuna se plantea como una solución, la luz al final del túnel, después de un 2020 convulso por la pandemia. Además, este lunes la OMS indicó que es probable que el coronavirus se vuelva endémico, unas situación que llama más a la acción.

En esta discusión Colombia tiene un antecedente jurídico. La sentencia T-365 de 2017 de la Corte Constitucional estudió el caso de la inmunización contra el virus del papiloma humano. Esa providencia expresó que el gobierno no puede obligar a la población a vacunarse.

Sobre ese caso, Juan Alzate, coordinador de posgrados de Derecho de la Universidad Medellín, afirma que “estas son directrices constitucionales para respetar el pluralismo, la libertad humana y el libre desarrollo de la personalidad. Pero es necesario tener en cuenta que esa sentencia se dio en un escenario ajeno al actual: sin pandemia”, comenta.

De esta forma, cada ciudadano tiene la libertad de decidir si se vacuna o no, pero detrás de esa determinación está la meta de la inmunidad rebaño para contrarrestar la enfermedad, objetivo para el que la vacuna se parece un puente directo

Vacunarse contra el coronavirus en Brasil es obligatorio por ley. En ese país en el que el gobierno de Jair Bolsonaro no tomó medidas de aislamiento y distanciamiento social para luchar contra la pandemia, este mes el Tribunal Supremo tramitó una legislación para hacer de la inmunización un quehacer de sus 209 millones de habitantes.

La norma establece que, si bien es un asunto de obligatoriedad, no se puede forzar a las personas a aplicarse la inyección. Pero el que no acepte recibirla será registrado y podría recibir sanciones, dependiendo de la normativa que desarrollen las autoridades locales y estatales para este fin, un asunto que aún está en discusión.

En España ponérsela no es imperativo, pero el Ministerio de Sanidad lleva un registro de quienes rechazan la dosis y esa información es compartida con la Unión Europea. En Colombia esta tiene un principio de gratuidad, mas no de obligatoriedad. Entonces, ¿existe el derecho a no vacunarse contra el coronavirus o es un deber ciudadano en materia de salud pública?

¿Vacunación obligatoria?

Hernando Torres, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, responde que cada ciudadano debería aceptarlo voluntariamente en el uso de sus libertades, “pero si, eventualmente, está en riesgo la sociedad por la expansión del virus, sería un caso extremo en el que tendría que aplicarse obligatoriamente”.

Las campañas masivas contra la covid comenzaron mundialmente. En Chile, el extremo sur del continente, los trabajadores de la salud son inmunizados; más al centro, en México, ya una enfermera de 59 años recibió su pinchazo antipandemia; y al norte en Estados Unidos el presidente electo Joe Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris también se inocularon.

La invitación a recibir la vacuna es un eco mundial. La Organización Mundial de al Salud (OMS), científicos y ministerios de salud envían mensajes de confianza en los desarrollos que se alcanzaron en este 2020 para que la gente acuda a las jordanas que comienzan a expandirse por el mundo.

Pero, según dijo la OMS el 7 de diciembre, no puede ser una medida obligatoria porque las personas deben tener la libertad de determinar si inmunizarse o no. El director de emergencias de la organización, Michael Ryan, consideró que es “mucho mejor” si los ciudadanos pueden tomar esa decisión basados en la información que reciben.

Creer en ciencia

En este debate se entretejen argumentos científicos, de salud pública y legales. Si bien la inmunización para el coronavirus se desarrolló con rapidez respecto al tiempo normal que tarda un proceso de estos –que puede superar los dos años– la OMS ha dado un parte de tranquilidad sobre las productos que ya están el mercado.

“Los estudios preliminares son muy prometedores, con unas tasas altas de eficacia, y han llevado a muchos estados a una aprobación acelerada. Aún hay preguntas por resolver, pero hay que confiar en la ciencia”, afirma Antonio José Lopera, epidemiólogo y Jefe de la División Médica del Hospital Pablo Tobón Uribe.

Ese voto de confianza comienza desde los líderes mundiales. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, recibió su inmunización ante las cámaras, lo mismo sucedió con el senador republicano Marco Rubio.

Como lo dice Maria Victoria Restrepo, epidemióloga y Jefe de la División de Calidad del Hospital Pablo Tobón Uribe, “el camino de la ciencia se muestra riguroso, los informes de posibles eventos adversos han sido publicados con transparencia y los resultados de efectividad y seguridad son alentadores”.

Las autoridades en salud dan un balance de confianza, pero una parte de la ciudadanía se muestra escéptica. Miremos el caso de Colombia. La encuesta Pulso Social del Dane indicó que el 44,2 % de los connacionales no están interesados en recibir la dosis.

Ese recelo también sucede en otras partes del mundo. Un estudio de Levada Center encontró que el 58 % de los rusos no planean recibir la inmunización y entre esos está el presidente de ese país, Vladimir Putin, quien según informó el Kremlin no tiene previsto, por ahora, aplicársela.

En contraste, los datos muestran que en España apuestan por la ciencia pues, según un análisis del Centro de Investigaciones Sociológicas, solo el 28 % no contempla recibir esa inyección.

La libertad del paciente

Diego Molina, médico internista e infectólogo de la IPS Universitaria y la Clínica del Prado, recuerda que los pacientes son autónomos y tienen la capacidad de decidir si quieren realizarse un procedimiento o no.

“Entre esos está la acto de vacunarse. Sin embargo, como ciudadanos responsables todos deberíamos recibirla. Hoy hay muchas enfermedades que se han controlado como hepatitis B y el polio gracias a las inmunizaciones”, afirma.

Como lo decía el médico Antonio José Lopera, aún hay interrogantes sobre este desarrollo, como cuánto dura la inmunidad o cómo se comporta en los subgrupos de riesgo. Reino Unido, por ejemplo, el primer país en comenzar ese proceso, recomendó no aplicar el producto desarrollado por Pfizer a personas con un historial grave de alergias.

El mundo está en el contexto de una emergencia de salud pública y ante esta crisis la vacuna se plantea como una solución, la luz al final del túnel, después de un 2020 convulso por la pandemia. Además, este lunes la OMS indicó que es probable que el coronavirus se vuelva endémico, unas situación que llama más a la acción.

En esta discusión Colombia tiene un antecedente jurídico. La sentencia T-365 de 2017 de la Corte Constitucional estudió el caso de la inmunización contra el virus del papiloma humano. Esa providencia expresó que el gobierno no puede obligar a la población a vacunarse.

Sobre ese caso, Juan Alzate, coordinador de posgrados de Derecho de la Universidad Medellín, afirma que “estas son directrices constitucionales para respetar el pluralismo, la libertad humana y el libre desarrollo de la personalidad. Pero es necesario tener en cuenta que esa sentencia se dio en un escenario ajeno al actual: sin pandemia”, comenta.

De esta forma, cada ciudadano tiene la libertad de decidir si se vacuna o no, pero detrás de esa determinación está la meta de la inmunidad rebaño para contrarrestar la enfermedad, objetivo para el que la vacuna se parece un puente directo .

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