viernes
7 y 9
7 y 9
Un tema que no ha faltado en la mayoría de los escenarios internacionales a los que ha asistido, durante las últimas dos semanas, el presidente electo de Colombia, Iván Duque, es la situación de Venezuela.
En su gira por Washington, por ejemplo, el nuevo mandatario discutió con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, OEA, Luis Almagro, sobre la posibilidad de retirar a Colombia de Unasur, organización creada por el fallecido Hugo Chávez. Además, habló sobre la necesidad que existe de que otros estados se sumen a la denuncia que hizo Duque ante la Corte Penal Internacional sobre graves violaciones a los Derechos Humanos en el país vecino.
El tema también salió a relucir en la reunión con el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, según el comunicado oficial “existe un interés mutuo sobre mantener la presión sobre el régimen de maduro y abordar el trágico colapso de la democracia en Venezuela”.
Pese a que en sus reuniones el presidente electo descartó una intervención militar al país vecino, el diputado de la asamblea nacional constituyente de Venezuela Pedro Carreño aseguró, en el programa José Vicente Hoy, transmitido por un canal de televisión de ese país que, “hay siete puentes fundamentales en el río Magdalena que divide a Colombia en dos. En caso de una acción militar nuestros Sukhoi (avión) tendrán la responsabilidad de derribarlos”.
La solución diplomática a las tensiones de los dos países, a diferencia de hace ocho años cuando Juan Manuel Santos se reunió con el entonces mandatario Hugo Chávez para superar las tensiones, se ve lejana.
Según Juan Ramón Martínez, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, pese a que una reunión entre los dos mandatarios sería lo ideal, “el nivel de tensión en este momento es complejo. Las relaciones con Venezuela deben restablecerse pues hay temas de uno y otro lado que van más allá de lo ideológico y lo político que deben ser asumidos por los presidentes”.
La crisis del vecino país ha generado varias consecuencias, entre ellas, una grave crisis humanitaria, pues desde que estalló el problema en agosto de 2015, Colombia ha sido uno de los principales lugares de migración de venezolanos. Según el último informe entregado por el gerente de la Frontera con Venezuela, Felipe Muñoz, cerca de 819.034 venezolanos se encuentran en Colombia, de los cuales 376.572 tienen condición de regulares y 442.462 son irregulares.
Además, están los gastos que debe asumir el Estado para atender a la población migrante, por ejemplo, a mayo 31 de 2018 y según el Ministerio de Salud, 25.416 venezolanos con permiso especial de permanencia (PEP) estaban registrados en el sistema de salud, de ellos el 89% en el régimen contributivo y los demás (11%) en el régimen subsidiado.
Por otro lado, el ministro de Defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas, ha advertido en distintas ocasiones que algunos ciudadanos venezolanos están participando en actividades ilegales en la frontera en asocio con el Eln.
No obstante, la presencia de ciudadanos venezolanos en el territorio colombiano no se puede estigmatizar, ya que desde mediados del siglo pasado y hasta la década de los 90 varios factores obligaron a los nacionales a migrar al país vecino. Según cifras de la canciller María Ángela Holguín 3 millones de nacionales habrían viajado en ese periodo.
Como lo asegura Muñoz “la relación entre los dos países ha sido simbiótica y es necesaria”. Por eso el siguiente mandatario debe manejar con pinzas las relaciones con el vecino.