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Los niños que encuentran un salvavidas en la crisis de la salud

Ante la asusencia del Estado, las madres acuden a ONG. Así consiguen atención médica.

  • El pasado 26 de mayo el personal médico del Hospital J.M. de los Ríos realizó una manifestación a las afueras del hospital pidiendo recursos para salvar la vida de los niños y niñas. FOTO AFP
    El pasado 26 de mayo el personal médico del Hospital J.M. de los Ríos realizó una manifestación a las afueras del hospital pidiendo recursos para salvar la vida de los niños y niñas. FOTO AFP
10 de junio de 2019
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Que el sistema de salud de Venezuela está devastado, y que el gobierno de Nicolás Maduro no logra atender este derecho es una realidad que ha sido reconocida por organismos internacionales. Por ejemplo, Human Rights Watch declaró en abril que el país vive una emergencia humanitaria compleja de la que niños y niñas han sido víctimas.

La situación del Hospital de Niños J. M. de los Ríos, el más importante para esta población en Caracas, lo demuestra. Solo durante mayo, seis niños fallecieron esperando procedimientos médicos como transplantes de médula ósea.

Y la desnutrición es una amenaza latente. De acuerdo con Caritas, la desnutrición entre menores de cinco años aumentó del 10 % en febrero de 2017 al 17 % en marzo de 2018, rango considerado como una crisis por la Organización Mundial de la Salud. Ante ese panorama adverso surgieron iniciativas independientes para atender a los enfermos.

Como lo indica el investigador de Provea e integrante de Codevida, Jo Delia, “hay una gran cantidad de organizaciones que colaboran con pequeñas cosas porque las urgencias no tienen la capacidad de atender la magnitud de la situación”, pequeños pasos que han ayudado a que los niños enfermos encuentren una esperanza.

Lea también: En fase terminal está la salud de los venezolanos

Las vidas que se salvan

Cuando Angie Gutiérrez, mamá de Brianna, vio que a su hija le apareció una “pelotica” en el abdomen, la llevó al hospital de Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, pero allí no había insumos para operarla y el tumor que le encontraron medía 25 centímetros.

Entonces, sin medios para atenderla, logró que una fundación le ayudara a juntar el dinero que necesitaba para viajar hasta Caracas a recibir allí atención. “También tuvimos que buscar ayuda para conseguir las quimios”, recuerda. En ese momento apareció la Fundación Frigilux, que la apoyó para obtener ese tratamiento.

Pero en Caracas aún no había cupo en cirugía para extraerle el tumor y Angie cuenta que esa “pelotica” que tenía su hija llegó a pesar a 8 kilos, quitándole la respiración. El cuerpo de su bebé de dos años se debilitaba cada vez más, estaba entubada y sabía que se trataba de un procedimiento de alto riesgo.

Ante el desespero, consiguió publicar el caso de Brianna en medios y a las cuantas horas, como si fuera magia, apareció un cupo en cirugía. En el procedimiento tuvo inconvenientes, pero logró sobrevivir.

“El 18 de febrero terminó el último examen. Está recuperada, no parece que hubiera pasado por cáncer”, cuenta.

Como Gutiérrez, otras dos madres narraron a EL COLOMBIANO el papel clave que tuvieron las organizaciones sociales para conseguir atención médica de sus hijos.

Y es que, tal como lo afirma la auxiliar de enfermería Melanie Intriago, “nuestro personal médico, padres, madres y nosotros las ONG hacemos milagros”.

Perseverar, la misión de las madres

Sol María Delgado es la mamá de Isaac. Él, a sus 6 años de edad, pesa tan solo 13 kilos porque desde que nació ha tenido una serie de problemas en su salud: desde Síndrome de Down hasta recto imperforado, un defecto presente al nacer que hace que el ano esté obstruido.

Entonces, cuando era tan solo un bebé empezó a tener cirugías. Primero fue una colostomía, luego la reconstrucción del intestino y otra más en los riñones. “Le dejaron un huequito en la barriga y tiene que usar sonda cada tres horas para orinar. Es algo de por vida”, cuenta Delgado.

En la vida de María y su hijo Isaac apareció Intriago, quien le ayuda a conseguir comida y pañales porque el sistema de salud público solo le da una “bolsita” de comida mensual que tiene leche, pasta y arroz.

Por esto, cuenta que es gracias a la ayuda que recibe de otras personas que logra darle un poco de calidad de vida a su pequeño Isaac, quien se prepara para un control posoperatorio en julio, en el que María espera todo salga bien.

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