Menas, más conocido como San Cristóbal, va al bosque a buscar a Dios por consejo de un ermitaño. Debe pasar un río. A la orilla está un niño que también necesita cruzar y Menas lo carga a horcajadas para ayudarlo. A medida que avanza, el niño le pesa más. Cuando llega al otro extremo lo descarga, el chico lo mira y le dice que no solo lo estaba cargando a él sino al peso del mundo y al de su Creador.
Esta escena está basada en los relatos hagiográficos (historia de las vidas de los santos) representados por el pintor David Robledo (1984) en la muestra Desdorado. A través de dibujos y pinturas, el artista representa momentos de La Leyenda Dorada, historias de santos compiladas por Santiago de la Vorágine, arzobispo de Génova, en el siglo XIII.
Para Robledo el título del texto es impreciso porque la aventura de los beatos no reluce: hay agonía, hay una tendencia a la muerte y “como el oro negro, confiere poder incendiario a su doctrina”.
El artista partió de un interés histórico y literario. “Me parecía pertinente para la situación actual y la polarización, intromisión del discurso religioso en las discusiones sociales de América Latina”.
Pero no solo son santos. También protagonizan sus pinturas algunos perros. En la obra de David, el animal es la expresión del grito o la furia.
La escritora Lucía Estrada ve en su trabajo una tensión poética que ilumina la obra de este pintor: “En estos acrílicos y dibujos para tinta continúa trazando su pregunta más allá de la historia, más allá de la anécdota y las fabulaciones”.
Robledo es músico de profesión. Cree que la música se presta a trabajar con el otro mientras que el arte es más individual: “No está uno tan solo como cuando estás pintando. Para no volverme un ermitaño, hago música”.
David Robledo cursó estudios de pintura en el Taller de Artes de Medellín bajo la tutela del maestro Samuel Vázquez. Ha realizado exposiciones en la galería Julieta Álvarez, la Cámara de Comercio de Medellín, La Pascasia y en eventos como Art Medellín y Timebag Art Show.