Grata resulta la noticia sobre la beatificación del papa Juan Pablo II el próximo primero de mayo.
Sus 27 años de pontificado, su activa presencia en momentos difíciles de nuestro mundo contemporáneo, y de transformación, tan definitivos como el final de la Guerra Fría; su apacible presencia y su inconfundible carisma, lo hicieron, sin lugar a dudas, un papa inolvidable.
La cercanía de Karol Wojtyla con el mundo católico, sus constantes viajes y su capacidad de hacer más comprensible el tema de la religión hicieron del suyo un legado indispensable.
Legado que hoy trasciende la presencia física y lo eleva a los altares, al confirmarse que una monja polaca se curó del mal de Parkinson que padecía. Celebramos al beato Juan Pablo II.
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