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Durante los últimos dos años se ha llevado a cabo en el oriente de Antioquia un intento por reducir el efecto de un equilibrio ambiental roto. Investigadores y técnicos han estimado el carbono almacenado de 20.000 hectáreas (ha) de bosque conservado, lo que no es más, dicen, que dimensionar un servicio ambiental: ese que prestan los árboles y que hace posible la vida en la Tierra.
A través de trabajo de campo y fórmulas matemáticas, Cornare y la Corporación Más Bosques han logrado estimar que en esas 20.000 ha de bosque ubicadas en municipios como Sonsón, San Francisco, San Luis o Carmen del Viboral, hay almacenadas poco más de 40.000 toneladas de carbono. Este elemento químico está presente en muchos de los contaminantes que produce la especie humana.
“Tener ese estimativo nos permite ir al mercado y ofrecerle a empresas o personas que compren las toneladas y compensen su huella (impacto) ambiental. Con esos recursos nosotros les pagamos a los dueños de los predios su trabajo de conservación”, explica Albeiro Lopera, coordinador de Cornare para este tema. Es una transacción en la que se paga un servicio ambiental.
Según Lopera, esta es una iniciativa única en Colombia. Conocer el carbono almacenado de un bosque es una tarea compleja. Los árboles lo absorben para producir oxigeno. Se puede hacer de manera directa, midiendo en una parcela experimental la biomasa de los árboles -su diámetro, tamaño- de qué especie son y cuántas unidades hay.
“Pero eso es caro y demorado. El Ideam aplicó esa metodología, haciendo mediciones nacionales tratando de representar todos los ecosistemas boscosos del país. Con esos resultados construyó una tabla”, explica Lopera. A partir de esos datos, se estima que si un bosque húmedo tropical captura en la medición del Ideam cierta cantidad de carbono, un ecosistema equivalente debe capturar unas toneladas de carbono muy similar.
“Bajo esta metodología, estas son las primeras 20 mil ha certificadas en el país”, dice Lopera. Porque tras aplicar ese estimativo, se debe contratar a una entidad externa que certifique que se hizo siguiendo el protocolo. En este caso, ese validador fue Icontec. “Hacerlo con las primeras 13 mil ha fue lo más duro, porque nunca se había hecho. Las restantes 7 mil fueron mas fáciles”.
No todo bosque conservado es susceptible de ser elegido para este procedimiento. Debido a que sigue siendo costoso hacerlo, la metodología se aplica a por lo menos 50 ha y a bosques de mínimo 10 años de existencia. “De otra forma, el dinero que le queda a los propietarios es muy poco. Porque ese es el objetivo de esto: ir a vender esas toneladas y pagarle a los propietarios su trabajo de conservación”. Dice Lopera. Eso se hace en el mercado de carbono.
“Nos gusta vernos como una mesa, en la que conectamos al empresario o a la persona con los propietarios de tierra”. Así define Jaime Andrés García, gerente de Más Bosques, el papel de la corporación. “El mercado de carbono funciona desde 1997, sin embargo, con la creación del impuesto al carbono se dinamizaron e impulsaron muchas iniciativas”.
Colombia creó el impuesto nacional al carbono por medio de la ley 1819 de 2016 (Reforma Tributaria Estructural) con el propósito de incentivar el cumplimiento de las metas de mitigación de gases efecto invernadero (GEI) a nivel nacional. “Posteriores decretos le permitieron a los actores compensar su huella no solo a través del impuesto, que llega a la Dian, sino directamente comprando bonos de carbono”, explica García. El precio por tonelada de carbono en el mercado se estimó en $15.000, con un incremento anual del 1% más IPC. “Hoy está alrededor de $17.000. Pero eso es un precio base”.
Como en todo mercado, los valores suben y bajan según oferta y demanda. “Y la idea es hacerle atractiva a la empresa que compre”, explica Lopera. Las poco más de 40 mil toneladas de carbono que almacenan las 20 mil ha de bosque en el oriente de Antioquia se vendieron a $13.000 pesos la tonelada. “Esos recursos nos permite pagarles entre 200 y 800 mil pesos mensuales a las familias propietarias”, estima Lopera. En este caso, son 140 familias dueñas de los predios certificados.
“Sabemos que es poco”, reconoce Lopera. “Lamentablemente, en el tema del carbono la escala de proyectos sigue siendo el cuello de botella. Yo puedo tener 50 hectáreas de bosque conservado pero los costos de certificar ese carbono siguen siendo muy altos y casi que no se compensa”, agrega García. Por eso a la hora de pagar por servicios ambientales, Más Bosques comenzó a valorar otros elementos como la regulación hídrica, la biodiversidad, que sean santuario de fauna y flora, regulación climática y no solo el carbono.
“Nuestro reto allí es viabilizar aún más. Todavía hay muchas cosas por trabajar. Los proyectos tienen que valorar también a las personas que han hecho el trabajo de conservación”, declara el gerente de la corporación, antes de finalizar, “sin embargo, que hoy sea posible hacer eso y haya compradores abre muchas fuertes hacia al futuro”.
Mientras esto ocurre y las mediciones se hacen más accesibles, se continúan haciendo estimativos en el oriente de Antioquia. Ya se adelantan visitas a nuevos predios que podrían contar con la certificación en 2021. El sueño, dice Lopera, es continuar en el futuro y de forma gradual con las 300.000 ha de bosque conservado que hay en Oriente
Periodista de la Universidad de Antioquia con estudios en escritura de guión de ficción y no ficción.