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Valle del Cocora se quedará sin sus palmas

Un patrimonio de Salento y el Quindío amenazado porque no hay programa de remplazo de las actuales palmas de cera, que dada su situación morirán sin remedio.

  • Tal vez el mayor encanto de Salento y el Cocora es la palma de cera. El 10% de los turistas que visitan la región son extranjeros atraídos por el encanto de la naturaleza. FOTO Henry Agudelo.
    Tal vez el mayor encanto de Salento y el Cocora es la palma de cera. El 10% de los turistas que visitan la región son extranjeros atraídos por el encanto de la naturaleza. FOTO Henry Agudelo.
16 de febrero de 2015
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A poco de dejar Salento, esa población símbolo de un Quindío turístico y enclavada en la base de la Cordillera Central, el paisaje de una ladera atravesada por el río Quindío ofrece un espectáculo sin par: la palma de cera que adorna los potreros que robaron terreno al bosque.

El árbol nacional Ceroxylon quindiuense es parte de la magia de la región en donde el viento sopla sin desmayo.

Pero ese atractivo podría perderse: las palmas de los potreros envejecen y no hay regeneración. Las que nacen son victimas del ganado y de la falta de bosque protector.

La situación de la palma es revelada en un corto video que produjeron los científicos Gloria Galeano y Rodrigo Bernal, del Grupo de Investigación en Palmas Silvestres de la Universidad Nacional.

No es que la palma esté en peligro de extinción aunque sí es vulnerable por la presion a que ha sido sometida. Al otro lado de la Cordillera, en la cuenca del río Toche en Tolima, puede haber 600.000 en distintos relictos de bosque donde encuentra su recambio natural.

En Salento el asunto es diferente. Bernal advierte sobre las consecuencias para el turismo en ese valle visitado por infinidad de turistas nacionales y extranjeros:

“No se puede desconocer su valor paisajístico”.

En el valle del Cocora quedan unas 1.000 palmas adultas, que poco a poco morirán.

“No hay modo de salvarlas”, agrega.

“Lo que se puede y se debe hacer es empezar a sembrar de inmediato palmas jóvenes en los potreros, para que en 20-30 años sean las que perduren en los potreros y mantengan el paisaje”.

Las palmas de cera aguantan la plena exposición cuando sus hojas miden cerca de 1,5 metros de longitud. En ese momento, una palma cultivada en vivero puede tener 10-15 años de edad. Son las que se deben sembrar en los potreros protegidas por cercos para evitar que se las coma el ganado.

“Se deberían sembrar unas 60 por hectárea, cifra comparable con la que hay en los bosques de palma de cera de Roncesvalles, Tolima, 65 kilómetros al sur sobre la misma cordillera, y casi cuatro veces mayor que la densidad actual en Cocora”.

Marco Fidel Torres, arriero que conoce los caminos de la región, dice que sus dos amores son la arriería y la palma de cera. Deberían sembrar más, comenta.

Para el programa de recuperación se necesitarían unas 10.000 plantas, dice Bernal, que podrían obtenerse en el alto del valle y en los viveros.

Un patrimonio del Quindío a punto de perderse.

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