Nueve años cultivando aguacate Hass en su finca Villa Fátima, en el municipio de Guarne, son las credenciales de Margarita María Botero, quien a sus 60 años parece de 20 al moverse en el huerto y ultimar cada detalle para terminar hoy lo que será la primera exportación antioqueña de la fruta hacia el mercado estadounidense.
Su predio, con 2.100 palos sembrados y 868 de ellos en producción, se convirtió en los últimos dos años en sala de monitoreo fitosanitario del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y de los agrónomos de Westfalia Fruit Colombia, la compañía comercializadora con quien despachará las 22 toneladas de fruta.
De ahí que con visitas semanales, acompañamiento técnico y certificación de la finca ahora pueda estar cristalizando un logro regional y hasta nacional, como es llegar al exigente mercado estadounidense, que impone barreras técnicas, porque tiene producción de la fruta en los estados de California y Florida.
“Esto es muy estresante porque exige gran responsabilidad en toda la cadena productiva. Velar que toda la exportación esté limpia de plagas cuarentenarias no es nada fácil”, comentó Botero.
Dichas plagas definidas en el protocolo de admisibilidad son insectos que penetran el fruto. Son dos variedades de chupadores y una polilla stenoma (ver Paréntesis).
Además, se requiere que el predio lleve seis meses sin este tipo de plagas y dos meses libres en zona de amortiguamiento (un kilómetro a la redonda, que en este caso abarcó 144 fincas).
Villa Fátima obtuvo hace cinco años la certificación del ICA como finca exportadora de aguacate Hass, además de lograr la certificación Globalgap en calidad. Así es que ya ha podido hacer cinco exportaciones a Europa, a través de su aliado comercializador.
“La primera exportación me la dio la Gobernación de Antioquia en ese momento, tras haber sido una de las 21 fincas beneficiadas para certificarse internacionalmente. De esos 21 productores, 14 somos mujeres”, resaltó.
Así es que la tenacidad femenina se refleja en la exigente producción de la fruta y aunque es una apuesta nacional por el mercado externo, no cualquiera se le mide en trabajo e inversión, porque el retorno empieza a verse desde los tres años de cultivo y en pleno, a los siete.
“El trabajo en el huerto es duro, pero me lo disfruto mucho, aunque este proceso exportador no deja de ser estresante por cada detalle”. Para cumplir con los tiempos de entrega, Botero tiene a 53 empleados temporales en su finca, cuando normalmente son tres los que velan por el mantenimiento del cultivo.
“Laboran personas de acá del Oriente antioqueño y hasta de la Costa Atlántica, que vinieron a trabajar en esta exportación. Recogen los frutos, los separan y transportan con cuidado”. Se espera que este esfuerzo tenga su recompensa y aunque el precio que recibirán depende de los valores del mercado internacional, se espera que sea entre 5.000 y 6.000 pesos kilo.
“Esto de abrir mercado en Estados Unidos lo deja pensando a uno para repetir la experiencia. Es mucho más fácil exportar a Europa, que no exige tantos requisitos técnicos y hasta lo pagan mejor (6.500 pesos el kilo)”.