El sector cooperativo históricamente ha cumplido un papel preponderante en la calidad de vida de las poblaciones rurales, buscando mejorar allí las condiciones de salud, empleo y educación. La segunda actividad económica que más se destaca dentro del sector se encuentra en el ámbito agropecuario y de producción de alimentos, con el 7,33 % de los activos nacionales de las cooperativas.
Un caso que refleja este impacto es la iniciativa Yuca Amarga para una Dulce Leche, de la Cooperativa Colanta y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). El primer componente de este proyecto se enfoca en que 7.000 familias lecheras se beneficien con asistencia técnica, entrenamiento y acceso a bancos de maquinaria para la renovación de 1.100 hectáreas de praderas, con lo que se mejorará la calidad del producto, aumentará su fabricación en 12 % y se reducirá el costo por litro en 3 %. El segundo componente consiste en la utilización de la yuca amarga como alimento para el ganado y reducir el costo de producción lechera y en el que se benefician 500 familias.
Asimismo, Coogranada, como gesto de apoyo a los procesos que venían desarrollando cooperativas desaparecidas por las dificultades del movimiento cooperativo en los años 90, dio continuidad a dos supermercados: uno en San Carlos, y otro en Alejandría. “Dadas las graves afectaciones que causó el conflicto armado en el oriente antioqueño, Coogranada ha apostado a proyectos de atención psicosocial, deportivos, cultura educación y reconstrucción, buscando el apoyo a las víctimas y a la construcción de paz”, destaca Yaneth Galeano Cortes, directora Ejecutiva de la Fundación Coogranada.
Otras cooperativas como Coomerca, le ayudan a campesinos de diversas regiones con la comercialización de sus productos. “Nosotros, a diferencia de las grandes superficies, que les pagan a sus proveedores a 90 días, les pagamos de contado”, explica Edison Alexánder Palacio Cardona, director operativo de Coomerca, Plaza Minorista.