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Las apuestas entre analistas se inclinaban por un aumento de 0,53% en el costo de vida para julio en Colombia. Sin embargo, hubo sorpresa cuando Juan Daniel Oviedo, director del Dane, informó que el aumento fue de 0,81%.
Ese dato provocó que el incremento anual en los precios llegara a 10,21%, un techo que no se registraba desde abril de 2000. Y básicamente, la comida sigue siendo la división de gasto que más le pega al bolsillo de los colombianos.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) también evidenció que las tarifas por el servicio de electricidad, así como el rubro de transporte, fueron las otras dos obligaciones que más contribuyeron al encarecimiento de la vida el mes pasado.
Qué pasa con la comida
Si bien hay alimentos de la canasta básica que han comenzado a bajar, hay otros que por diversas razones suben de precio y obligan a las familias a realizar un mayor gasto (ver gráfico).
De acuerdo con el reporte entregado ayer por la entidad estadística, la subida anual de los alimentos en julio fue de 24,61%, siendo de lejos la necesidad que más recursos le exige a la economía hogareña.
El director del Dane explicó que los comestibles más caros son las carnes de pollo y de res. En el caso de la primera, según indicó, “hay una tendencia descendente”.
Sin embargo, el mes pasado, la proteína avícola estuvo expuesta a sobrecostos de producción por las coyunturas internacionales que han encarecido los concentrados y los insumos farmacéuticos.
Por el lado de la res, que sigue siendo la más cara, Oviedo hizo notar que también hay una desescalada: “Tiene una menor presión inflacionaria (...) y está reflejando una menor escasez porque las exportaciones se han visto parcialmente disminuidas por restricciones biosanitarias a nivel internacional”.
Otros alimentos caros
El director del Dane anotó que las hortalizas, el azúcar, el pan y las legumbres secas son los otros víveres que más incrementaron en julio.
En este sentido, corroboró que los productos panificados están castigando a los hogares porque a ellos se les traslada el aumento que han experimentado las materias primas como el trigo y el maíz.
Ambos cereales se han visto afectados por la guerra entre Rusia y Ucrania, dos grandes proveedores mundiales que han mermado los inventarios. Y ante la escasez, sube el monto que se debe desembolsar a la hora de adquirir esos ingredientes (ver Para Saber Más).
En cuanto a las legumbres secas, Oviedo subrayó que “tristemente, las decisiones de los hogares generan presiones sobre otras proteínas. Aquí tenemos productos que son las lentejas y los frijoles, que tienen dentro de la canasta un peso muy importante”.
“Lo que vemos —dijo— es que tenemos dos fenómenos: una mayor demanda porque muchos familias están sustituyendo las proteínas animales con estas legumbres. Pero al mismo tiempo, una buena parte de las lentejas está asociada con importaciones que provienen de Canadá, que están siendo realizadas a unos mayores costos y expuestas a una mayor tasa de cambio”.
En contraste, resaltó que productos como el tomate y la papa evidenciaron un freno importante respecto a la dinámica de incremento que habían evidenciado en reportes anteriores del IPC.
Subió la electricidad
Entre junio y julio hubo un incremento pronunciado en las tarifas del servicio eléctrico. Según las cuentas del Dane, la subida fue de 2,91% en el promedio nacional y 10 ciudades entre las 24 que monitorea esta entidad estuvieron por encima de ese valor.
Santa Marta, por ejemplo, tuvo el mayor aumento con una variación del 5%. Mientras que Medellín estuvo por debajo del promedio país con un incremento de 2,38%. Frente a este punto, Oviedo expuso que los costos de la distribución energética están subiendo y se ven reflejados en las facturas.
Hay que mencionar que los analistas ya daban por descontado que se vendría un incremento en el rubro de los servicios públicos, toda vez que la ley les permite a las empresas hacer ajustes en los precios cuando aumentan los costos de producción.
Así mismo, vaticinaban que los precios en el área del transporte aumentarían por efecto de un mayor costo en los combustibles, teniendo en cuenta que el Gobierno aprobó un aumento de $200 por cada galón para julio.
Al observar este reporte, Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, proyectó que “seguramente vamos a terminar con un costo de vida alrededor del 10% o inclusive arriba de ese dígito el año 2022. Esto pone presión al Banco de la República y es muy probable que el organismo, en su reunión de septiembre, vuelva a aumentar la tasa de interés por encima del 9 % que tenemos en este momento”
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