Si hubiera que resumirse 2018 para el precio del petróleo habría que dedicársele el rótulo de “decepcionante”. El grupo de los países que ven en el material una de las fuentes de financiamiento más importantes se frotó, temporalmente, las manos con precios que llegaron a los 90 dólares, niveles no vistos al menos desde 2012, pero que terminaron el año en cerca a los 50 dólares.
A primera vista, y según expertos, esos precios no se alcanzarían este año. Principalmente por dos coyunturas en las que, otra vez, Estados Unidos es protagonista. De un lado la tensión comercial que se mantiene entre la nación norteamericana y China; y que el gobierno del presidente Donald Trump siga liderando en la producción de barriles de petróleo.
A 18 días de haber empezado 2019, el material, referencia Brent (unidad que utiliza Colombia) se ha valorizado en un 12,4 %, al pasar de tener un precio de 54,91 dólares, a 61,73. Su valor más bajo precisamente fue ese, y se dio el primer día del año en curso (ver Radiografía).
Sin embargo, a pesar de lo que se pueda considerar como un arranque de año estable, algunas entidades especializadas, como la institución financiera Morgan Stanley, creen que 2019, a diferencia de lo que se pudo pensar durante el año pasado, no será el periodo de revitalización del precio del material.
Para la institución hubo un retroceso importante sobre la previsión, al rebajar sus expectativas en cerca de un 10 %.
El pronóstico está en que para el barril referencia Brent, el valor promedio estará en los 61 dólares, y no en 69 dólares como lo había pronosticado hace un par de semanas.
Entre las razones más importantes para el recorte de esas previsiones se tienen en cuenta que habrá una desaceleración de las importaciones Chinas, que se derivan de un “debilitamiento del crecimiento económico, así como la caída de las operaciones de refinería”, dijo la entidad a través de una nota de prensa.
Pero lo que además tendría consecuencias sobre un precio del material muy cercano a los 60 dólares es que Estados Unidos siga presionando una alta generación del material, lo que se traduciría en un exceso de oferta que terminaría por jalonar a la baja su precio.