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El mercado del crédito en Colombia, de acuerdo con un informe reciente de la firma TransUnion, sigue evidenciando signos de vulnerabilidad debido a la coyuntura desatada por la covid-19. Esta fue la conclusión tras una revisión hecha al comportamiento de los préstamos en el último trimestre de 2020.
Según el diagnóstico, hubo una caída año a año en el número de consumidores que tienen, por lo menos, un producto crediticio. Esto teniendo en cuenta que hubo un menor acceso al sistema financiero como consecuencia de la pérdida de ingresos originada por los confinamientos y la destrucción de empleos.
Conforme a los datos develados por TransUnion, en los tres meses de análisis, se registraron en total 13,3 millones de personas con algún préstamo, mientras que en igual lapso de 2019 la cifra alcanzó los 13,6 millones de prestatarios.
La contracción, conforme a lo expuesto, fue especialmente significativa en la toma de microcréditos y préstamos para vehículos, cuya caída interanual fue del 6,2 % y 5,2 %, respectivamente.
En contraste, la adquisición de crédito para vivienda creció 2,5 % en comparación con el mismo periodo de 2019, un comportamiento atribuido a los 200.000 subsidios anunciados por el Gobierno para la compra de vivienda de interés social (VIS) y no VIS, pensados además para dinamizar el sector de la construcción y su encadenamiento productivo.
Tal como lo apuntó TransUnion, el retroceso en el mercado de los préstamos obedece principalmente a la caída en las originaciones, es decir, a las nuevas cuentas abiertas.
“En promedio, desde el primer trimestre de 2015 al cuarto trimestre de 2019, unos 430.000 consumidores por trimestre adquirieron su primera obligación crediticia (...) en 2020, esta cifra se redujo drásticamente con menos de 300.000 consumidores adquiriendo su primera obligación”, indicó el informe.
Para denotar la situación, vale la pena revisar las cifras divulgadas por la firma (ver gráfico), allí se observa que, por ejemplo, 2,3 millones de personas adquirieron un microcrédito en el cuarto trimestre de 2020, lo que significó una caída de 6,2 % interanual. En este segmento, además, la tasa grave de morosidad (superior a 60 días) se ubicó en 8,29 %. Paradójicamente, bajó 83 puntos básicos (pbs).
La segunda especie crediticia más golpeada fue la de préstamos para vehículo, toda vez que cerró el último trimestre del año pasado con 300.000 consumidores. Esto se traduce en una contracción de 5,2 % y, sumado a ello, la tasa de morosidad grave se fijó en 5,89 % (+68 pbs).
En este orden, las tarjetas de crédito finalizaron con 8,1 millones de usuarios (-2,6 %) y mora de 6,44 % (+136 pbs), crédito personal cerró con 5,2 millones de usuarios (+0,7 %) y mora de 6,92 % (+115 pbs). Por otro lado el crédito para vivienda terminó con un millón de prestatarios (+2,5 %) y una mora de 6,99 (+50 pbs).
En línea con ello, según el análisis, se puede observar el efecto de una acumulación de saldos sin pagar por parte de quienes se acogieron a los programas de alivio para sortear la pandemia.
Frente al desempeño de los préstamos, Luis Fernando Ramírez, docente investigador de la Universidad Sergio Arboleda, afirmó que “la gente está tomando decisiones de una manera diferente. En particular, pedir prestado, en este momento es una decisión de alto riesgo. Principalmente porque todavía hay mucha incertidumbre sobre la recuperación económica y el desempleo está muy fuerte”.
De otro lado, desde su óptica, el deterioro en la cartera pendiente se ha paliado con el Programa de Alivio al Deudor (PAD). Sin embargo, estima que una vez acabe este respaldo se sentirá y el efecto y “los bancos empezarán a apretar más porque eso golpea sus reservas y sus utilidades”.
Al ser preguntado por el estímulo de los tipos de interés, reducidos hasta un histórico 1,75 % en 2020, dilucidó que mientras no baje la tasa de usura, los bancos pueden mantener el costo de los préstamos arriba, lo que no incentivaría la toma de créditos