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Una pequeña compañía del sector de alimentos hace un pedido en el exterior por 100 millones de pesos y cancela el 50 %. La mercancía llegará en dos meses a un puerto, para ser trasladada a una bodega y desde ahí a las instalaciones de la empresa.
Desde que comenzó el proceso de compra, han pasado ya tres meses y su cliente le pagará a 60 días. Mientras tanto, se debe pagar servicios públicos, transporte, nómina y el leasing de las máquinas. Dichos gastos abren en el flujo de caja de pequeñas y medianas empresas (pymes) un bache de iliquidez.
Esa fue la necesidad que el emprendimiento financiero de base tecnológica (fintech) Sempli identificó en un segmento desatentido por la banca tradicional, y que la impulsó en 2015 a estructurar una metodología para ofrecer créditos para procesos de capital de trabajo, apalancados de forma intensiva en tecnología.
La propuesta de Sempli atrajo el interés del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que, mediante el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomín), se convirtió en uno de sus accionistas: “desde un principio mostraron interés en fortalecer un mecanismo de financiación para pymes”, dijo el director de la empresa antioqueña, Felipe Llano. El Fomín es, además, inversionista de Velum Ventures, el socio mayoritario de Sempli.
Otros seis inversionistas participaron en una ronda de inversión que cerró el 31 de julio en 3,6 millones de dólares.
Esta fintech cuentan con un mecanismo automatizado de análisis de riesgo financiero y segmentación de crédito, que les permite aprobar préstamos entre 48 y 72 horas. En tanto que una institución financiera tradicional suele tardar de tres a cuatro semanas.
“Esa capacidad es importante para las pymes, que tienen un costo de oportunidad alto. Por tanto, requieren de liquidez para aprovechar un descuento por pronto pago de inventarios o ampliar cupo con proveedores”, señaló el director de Sempli.
Así mismo, brindan productos de financiación entre los 30 millones de pesos y los 300 millones para capital de trabajo (con plazos entre los tres meses y 3 años) y hacen desembolsos de hasta 600 millones para compra de activos fijos operativos (con términos de hasta 60 meses).
Las tasas dependen del riesgo evidenciado en la compañía. Para verificarlo no solo miran el historial crediticio del prospecto, sino que miden factores como la calidad del equipo, si tiene gobierno corporativo o cómo están conformadas sus juntas, es decir información desestructurada.
“En cambio, esquemas tradicionales miden con la misma vara los estados financieros de empresas maduras y de las pequeñas”, afirma Llano.
En ese sentido, analizan la interacción de la compañía en redes sociales, motores de búsqueda y hacen una visita comercial de no más de 45 minutos, que de realizarse el mismo día en que se solicitó el préstamo, puede resultar en la aprobación del crédito. Cabe aclarar, ya habiendo cumplido los requisitos, luego de pasar por un análisis automatizado de cerca de 10 minutos.
Así, en cinco meses de haber abierto sus puertas, han originado más de 3.000 millones de pesos para 36 operaciones de crédito, y estiman totalizar a fin de año unos 8.000 millones. Para 2018, proyectan unos 25 mil millones.
Periodista del área de Economía