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Por Mauricio Alviar Ramírez
Colaboración especial*
En las últimas décadas se han acuñado términos como capital humano, capital social y capital natural. Más allá de la discusión filosófica sobre la pertinencia de la palabra capital para referirse a las categorías de lo humano, lo social y lo natural, resulta práctico y comprensible de hablar del capital porque tiene dos componentes que se pueden aplicar a la los recursos naturales.
Dichos componentes se refieren a la rentabilidad y a la depreciación. Así por ejemplo, el bosque en pie representa capital porque produce una serie de bienes y servicios que pueden generar rendimientos económicos, sociales y culturales. Pero al mismo tiempo, la utilización permanente de esos bienes y servicios generan depreciación del recurso forestal.
Más allá del debate sobre si la geografía es una “maldición” o una “bendición” para el desarrollo de la sociedad y la economía, no se puede dejar de reconocer que las características físicas del territorio constituyen un determinante de la productividad y la competitividad.
Con esta idea, se puede decir que Colombia es un territorio con características privilegiadas en cuanto a la base de recursos naturales renovables que es la materia prima de muchas actividades económicas y que aún se mantienen como potencial pero requieren políticas públicas estratégicas para convertirlas en verdaderas ventajas competitivas como es el caso de la agroindustria. Por su parte, los recursos naturales no renovables constituyen depósitos en el subsuelo que se explotan o no dependiendo de las dinámicas de los mercados internacionales como es el caso del petróleo y el carbón.
Recursos renovables
Antioquia en sus más de seis millones de hectáreas de territorio, cuenta con una oferta hídrica de aproximadamente 194 kilómetros cúbicos, lo cual lo ubica como uno de los territorios más ricos en agua en el ámbito nacional. Asimismo cerca del 30 por ciento del territorio antioqueño está por encima de los 1.500 metros sobre el nivel del mar (msnm) lo cual habla de una geografía quebrada que, junto con un régimen de lluvias de 3.000 milímetros en promedio al año, ofrece enormes posibilidades para la producción de energía hidroeléctrica, abastecimiento de acueductos y riego.
Luego de 200 años de independencia del Departamento, período en el cual el nivel de desarrollo se ha logrado en contravía de la naturaleza, todavía se tiene la oportunidad para aprovechar, de manera sostenible, el acervo de recursos naturales renovables. En este orden de ideas, cerca del 40 por ciento del territorio por encima de los 1.500 msnm no tiene vocación agrícola por las pendientes y por la calidad de los suelos. Sin embargo, estos territorios sí presentan una gran aptitud forestal tanto productora como protectora. En el mapa se muestra los usos conflictivos del suelo que reflejan la forma cómo se puede depreciar el capital natural sobre todo aquel asociado a los recursos naturales renovables.
Gestión del capital natural
El capital natural de Colombia está representado en una gran variedad de recursos renovables y no renovables. Colombia posee una serie de recursos que van desde la minería y los hidrocarburos hasta amplias zonas de bosques naturales, zonas de sabana y zonas de páramo.
Uno de los grandes retos al que se enfrenta Colombia hoy es el de la gestión racional y sostenible de sus capital natural representado tanto en recursos naturales renovables como no renovables. Esto implica resolver el uso conflictivo de los suelos, acogiendo las vocaciones de los mismos para el logro de mayores niveles de productividad y competitividad como es el caso de los bosques.
La combinación de bosques, pendientes y precipitación da al territorio antioqueño la posibilidad de ser competitivo tanto en la producción maderera y no maderera como en la generación de energía e inclusive en un sector tan dinámico como el ecoturismo. Esto requiere una visión de Estado de largo plazo y el diseño de políticas públicas adecuadas. *Rector U. de Antioquia