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La presentación ayer de dos proyectos inmobiliarios de la futura Ciudad Coltejer, Índigo y Oliva, y el anuncio de la textilera de suspender operaciones de producción para lo que resta de este 2021, marcaron el final de más de 70 años de actividades de esta empresa en el sur del Valle de Aburrá.
La Compañía Colombiana de Tejidos (Coltejer), fundada en 1907 con la firma de Alejandro Echavarría, ocupó desde los años 40 un predio de 230.000 metros cuadrados en Itagüí, sobre la autopista Sur, el cual dejará su vocación manufacturera para darle paso a un nuevo proyecto urbanístico.
Fuentes de la empresa le confirmaron a EL COLOMBIANO que pese a la parálisis de los procesos fabriles se sigue operando como sociedad privada, cumpliendo las obligaciones contables, tributarias y administrativas, para lo que cuenta con una nómina de 370 colaboradores, aunque algunos están en casa y otros están cumpliendo tareas varias en la compañía, que por estos días avanza en su traslado a Rionegro, en el Oriente antioqueño, el cual se espera esté terminado este año.
Según Rigoberto Sánchez Guzmán, presidente de la subdirectiva de Sintracontexa Itagüí-Rionegro, actualmente 115 de esos colaboradores tienen el contrato de trabajo suspendido desde enero, y solo se les reconoce el pago de los aportes a la seguridad social.
La débil situación de Coltejer, que entre enero y junio de este año contabilizó pérdidas por 40.103 millones de pesos, contrasta con los logros que obtuvo a finales de los años 20 e inicios de los 30, cuando en plena crisis global importó 200 telares de Inglaterra que se sumaron a otros 160 que ya tenía, y que le permitieron producir la primera tela estampada en Colombia, hecha de algodón.
Tampoco tiene nada que ver con la situación de 1967, cuando Rodrigo Uribe Echavarría, quien presidía la textilera, “pensó en levantar un edificio para reemplazar la vieja edificación ubicada en la esquina de Junín con Colombia, centro de Medellín, que ya empezaba a resultar incomoda, y concentrar todas las oficinas de la empresa en un solo lugar”, según se lee en la historia de lo que hoy se conoce como Edificio Centro Coltejer, que excepto por el nombre ya nada tiene que ver con la compañía.
Y ni se compara con los vientos favorables que soplaron entre 1979 y 1989 cuando contaba con 5.000 telares automáticos e inauguraba una planta de hilandería en Rionegro, con capacidad de 20 toneladas de hilo por día.
En esos años abrió en Rionegro una planta de índigo y también creó una comercializadora internacional con la que dio comienzo a la exportación de prendas (ver Cronología).
El traslado de Coltejer y la venta de lo que fuera su robusto complejo industrial en el sur del área metropolitana parece repetir la historia de otras grandes empresas del sector textil paisa que sucumbieron a la dura competencia del mercado, luego de la apertura económica en los años 90, y que vieron como sus terrenos se convirtieron en complejos residenciales y comerciales.
Es así como los espacios de Paños Vicuña Santa Fe, Tejidos Leticia (Telsa) y Tejicondor que operaron en el occidente de Medellín son ocupados hoy por el centro comercial Los Molinos, Viva Laureles y las tiendas de Jumbo y Makro, respectivamente.
Parte de Everfit-Indulana fue ocupado por el centro comercial Florida, las otrora instalaciones de Fatelares en el Centro de Medellín dieron paso a una tienda Easy, y en los terrenos de Pantex en el municipio Bello, norte del Valle de Aburrá se construye el proyecto urbanístico y comercial Ciudad Fabricato.
Para febrero de 2001, como consecuencia de la liberación de las importaciones, la revaluación de la moneda colombiana y el contrabando textil, la empresa se acogió a la Ley 550 de 1999 para renegociar las acreencias y así seguir siendo viable y mantenerse en el mercado.
Pero a mediados del año 2008 se suscribió un acuerdo de salvamento por medio del cual el Grupo Kaltex de México, adquirió la mayoría de las acciones de Coltejer que estaba en manos de la Organización Ardila Lülle.
Desde entonces, solo en dos ocasiones, 2010 y 2015, la compañía ha reportado ganancias, por lo que una de las inquietudes recurrentes en las asambleas por parte de los accionistas minoritarios es: ¿cuándo se volverá a tener ganancias para recibir dividendos?, a lo que Rafael Kalach, el principal socio responde que deben ser pacientes como lo es él (ver gráfico).
Pero, ¿qué llevó a la compañía a su estado actual? Entre las explicaciones se cuentan el impacto de la pandemia, así como el histórico fenómeno del contrabando y el llamado costo país. La apuesta es consolidar “una empresa diferente, que opere con menos costos y que, instalada en Rionegro, sea más competitiva y pueda encarar los retos que impone la llegada al país de textiles de China e India”, se expresó por parte de Coltejer.
Una consideración similar planteó Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines (CCCyA), quien atribuyó la actual coyuntura de Coltejer a los altos volúmenes de importación de prendas y al contrabando que, según denunció, tiene cerca del 30 % del mercado nacional.
El dirigente añadió que en este sector se contabilizan unas 70.000 empresas formales y muchas encaran grandes restos y dificultades por los altos costos de los insumos y a la carga impositiva para las pequeñas y medianas empresas.
El viernes, en las afueras de la planta que Coltejer desocupa en Itagüí, uno de sus empleados que pidió no ser identificado manifestó que luego de 10 años al servicio de la compañía no ve clara su continuidad, pues el hecho de ver la maquinaria parada y la falta de mayor información por parte de las directivas causan mucha incertidumbre.
Por ahora la única deuda de la empresa con los trabajadores es la prima de mitad de año, y sobre el cese de actividades que inició a mediados de julio el revisor fiscal, Juber Ernesto Carrión, anotó en el informe de resultados semestral: “Esta situación genera dudas sobre la capacidad de la compañía de continuar como negocio en marcha en vista de que no se encuentra desarrollando su objeto social”.
La posibilidad de acoger el régimen de insolvencia, en los términos de la Ley 1116 de 2006, para reorganizar los pasivos que suman 529.026 millones de pesos, al parecer aún no se contempla y la apuesta es que en 2022 surja una Coltejer renovada y potente para seguir tejiendo el desarrollo antioqueño y recuperar su antiguo lema: El primer nombre en textiles
Periodista de economía de El Colombiano. Oidor de tangos. Sueño con una Hermosa sonrisa de luna.