Imagine que de un día para otro su herramienta de trabajo “saca la mano”. Ahora, imagine que al intentar reemplazarla, usted se da cuenta que hay una escasez mundial de ella, por lo que las pocas disponibles no son tan buenas como las que usted tenía. Ahora, imagine también que por la misma razón poseen precios disparados. Pues bien, ese panorama lo están viviendo los profesionales que necesitan las tarjetas gráficas de video para realizar sus labores.
De acuerdo con Omar Salinas, gerente de la tienda de equipos de cómputo Masters PC, del Centro Comercial Monterrey, una tarjeta gráfica de video es un componente tecnológico instalado dentro de los computadores para realizar tareas de diseño y reproducción de imágenes de animaciones y video en alta calidad y formatos 3D y 4K.
Estas tarjetas son usadas principalmente por video jugadores, streamers profesionales, arquitectos, productores audiovisuales, ingenieros de diferentes ramas y diseñadores, entre otros.
Sin embargo, desde el año pasado y hasta hoy, estos elementos tecnológicos han tenido una escasez en todo el mundo, derivada de tres factores principales. El primero es que, debido a la pandemia que tuvo su epicentro en Asia, las plantas de procesamiento del elemento químico silicio fueron cerradas. Cristian Bedoya, gerente de la tienda de computadores PC Forge, indicó que el cierre también afectó a TSMC y Samsung, principales fábricas de discos u obleas de silicio –insumo esencial para elaborar microcircuitos integrados de alta tecnología usados en chips para celulares, autos eléctricos, consolas de videojuegos y tarjetas gráficas de video– que soportan la demanda mundial de estos componentes.
El segundo motivo es que, con la reactivación de las plantas y las fábricas, a los pedidos atrasados de obleas de silicio se sumaron los acumulados durante 2020 (año récord en ventas de componentes tecnológicos), lo que hizo que los niveles de atraso actuales estén tan altos que solo se cumplirían en 2022 o 2023, según The Wall Street Journal.
Sin embargo, el punto más grave y que más aporta a la escasez mundial de tarjetas gráficas de video son los criptomineros, personas dedicadas a la “explotación” de monedas virtuales que hoy dejan réditos astronómicos.
Bonanza del criptominado
El minado de criptomonedas pone la capacidad de realizar operaciones matemáticas complejas de un computador al servicio de una red de transacciones de criptoactivos como el Bitcoin o el Ethereum, para confirmar que las operaciones financieras hechas por sus usuarios son válidas.
Tras la validación de las transacciones, dichos registros operacionales se agrupan en bloques de información que son añadidos a una cadena de bloques o blockchain, generando así una recompensa a quienes participan de la red de transacciones.
Esta se surte de dos formas: con comisiones que pagan los directos participantes de las transacciones con fracciones de criptomonedas; y/o con nuevas monedas digitales puestas en circulación tras la añadidura del bloque de datos.
Por ejemplo, actualmente cada “minero” de la criptomoneda Bitcoin recibe 6.25 de estas por cada bloque completado. Un solo Bitcoin puede tener un valor de más de 150 millones de pesos.
Los estragos de esta minería
Con el paso del tiempo, y con la masificación de usuarios de criptomonedas, descifrar las operaciones matemáticas se volvió más complejo. Por ello, la capacidad “neta” de los computadores para calcular, radicada en sus procesadores –también conocidos como CPU´s o “cerebros”– no era idónea para resolver las operaciones en un tiempo y con un costo energético suficiente que generara ganancias.
Vladimir Naranjo, jefe de comercio electrónico y ventas en línea de la tienda de computación Gamers Colombia, explicó que por ello los criptomineros se volcaron a las tarjetas gráficas de video, pues estas incorporan chips avanzados que resuelven ecuaciones de alta complejidad en poco tiempo.
Así las cosas, con las ganancias dejadas por las criptomonedas en 2020 (y que solo en el Bitcoin eran de más de 19.000 dólares por unidad), estos empezaron a acaparar tarjetas gráficas.
De acuerdo con Bedoya, con el tiempo libre que dio el confinamiento y la billetera llena, los criptomineros se dedicaron a crear “granjas” de criptominado, en China y en Rusia. Estas consisten en bodegas donde se ponen cientos de tarjetas gráficas a “minar” criptomonedas.
Efecto llegó a Medellín
Naranjo explicó que los más afectados por la escasez de tarjetas gráficas que golpeó al mundo –incluyendo Colombia y la capital antioqueña– fueron los comerciantes de estos elementos, así como otros profesionales que requieren los dispositivos.
Para él, la llegada de tarjetas gráficas al país cayó estrepitosamente desde 2020. Antes hacía pedidos de hasta 100 tarjetas gráficas de video. Ahora, por la escasez y los elevados precios derivados de la misma, solo le llegan 10.
Bedoya indica que, si tiene suerte de conseguir una, la misma tarjeta que antes de pandemia valía 750 dólares, ahora tiene un costo de 1.200 dólares.
“Yo le digo a la gente ‘el computador sin tarjeta gráfica vale tres o cuatro millones de pesos, pero con la tarjeta te puede valer ocho millones’. O sea, un solo componente vale casi lo mismo que el computador”, explicó.
Se pensaría que dicha situación solo afectaría a las tarjetas gráficas de última generación, pero, las de menor potencia –única opción viable para profesionales que las necesitan– tuvieron una subida de precio que ahora las hace casi inalcanzables.
“Vea, irónicamente, la venta de computadores subió casi 100 %, pero la compra de tarjetas de video mermó un 60 %. Antes nosotros comprábamos 50 tarjetas de video no tan potentes, y esas mismas se vendían en menos de 30 días. Ahora usted compra 30 tarjetas, se acaba el mes y todavía están en bodega”.
Naranjo explicó que, gracias a esta situación, aparte de que no se están vendiendo computadores de última generación, los que se venden poseen una tecnología de tarjetas gráficas de hace cuatro o cinco años.
Solución a años de distancia
Bedoya prevé el fin de la escasez en 2022 o 2023, cuando abran más fábricas de procesamiento de silicio y de elaboración de obleas de este elemento. La esperanza también se centra en que los mismos proveedores se autorregulen, como ya lo están haciendo algunos, para priorizar en sus ventas a los usuarios que no sean criptomineros.
“Nosotros como empresa hicimos parte de una alianza mundial en la que decidimos vender de a una tarjeta por persona y priorizamos gente y empresas que realmente las necesitaban para actividades diferentes a minería”, agregó Naranjo.
Bedoya también indica que otra solución adoptada a nivel mundial es el ensamble de computadores con procesadores de gráficos integrados, que no necesitarían tarjeta gráfica para realizar tareas con imágenes en alta calidad.
Otra opción es que –como ocurrió en mayo cuando China frenó sus operaciones– el precio de las criptomonedas baje tanto como para desmotivar a los mineros y así estos liberen parte de las tarjetas que tienen, creando un mercado de ventas de “segunda” que paliaría la escasez.
Por ahora, los distribuidores esperan que los precios de las tarjetas se normalicen, aunque algunos como Naranjo creen que aquellos días en que se veían valores cercanos a los 400 dólares no volverán, pues, tal vez, los fabricantes piensen que los usuarios se acostumbraron a pagar precios altos.
Eso sí, todos siguen dispuestos a dar la lucha por mantener a flote sus negocios y contenta a su clientela. “Yo he tenido que trabajar con las uñas todo este año. Uno es como un loco tratando de encontrar las tarjetas. Si, esta situación es horrible para los clientes, pero para nosotros los vendedores –que nos toca conseguirlas para poder responderles a ellos– es tenaz”, concluyó Salinas