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Entre el 8 de marzo de 2020 y el 6 de marzo de 2021, la búsqueda en Colombia de “criptomoneda” en Google creció de 37 a 86 en el indicador de popularidad del término. En el caso de “bitcoin” pasó de 34 a 62, con picos cercanos al máximo índice posible (100) en febrero de este año, coincidiendo en el periodo en que este activo digital alcanzó una cotización récord que sobrepasó los 50.000 dólares la unidad.
Aunque en nuestro país aún el conocimiento sobre este tema es incipiente, el interés es evidente, y eso se refleja, como lo indicó Bryan Benson, director de operaciones en Latinoamérica de Binance, una plataforma de intercambio de criptomonedas (conocidas en este mercado como exchanges), en los avances que en materia regulatoria se están dando en la actualidad, por lo cual Colombia es un referente en la región.
Señaló como ejemplo el comienzo de un proyecto piloto por parte de la Superintendencia Financiera -SFC– para que entidades vigiladas, en alianza con exchanges debidamente constituidas en el país, se postularan para probar en el espacio controlado de “laArenera” el manejo de operaciones de cash-in (depósito de recursos) y cash-out (retiro) en un producto financiero de depósito a nombre del exchange, bajo un conjunto de condiciones y requerimientos definidos exclusivamente durante la vigencia de este ejercicio.
Jorge Castaño Gutiérrez, superintendente Financiero, le contó a EL COLOMBIANO que el proyecto inició en septiembre de 2020, se seleccionaron nueve alianzas (participan algunos bancos reconocidos como Bancolombia, Banco de Bogotá y Davivienda, y exchanges como Binance, Buda, entre otros), y aunque la fecha de inicio del ejercicio estaba prevista para marzo, el funcionario informó que esto “ha tomado más tiempo para que las alianzas cumplan los requisitos ante la SFC y poner a punto sus sistemas para la operación”.
Por tanto, de acuerdo con Castaño, esperan que un primer grupo inicie las operaciones en laArenera en abril y un segundo lo haga después de mitad de año. “Se prevé que las operaciones se prolonguen aproximadamente hasta el fin del año”, agregó.
Castaño aclaró que durante la operación de este proyecto, la entidad vigilada solo será responsable de las operaciones de depósito y retiro de recursos que se realicen entre el producto financiero de depósito a nombre de una persona natural y el producto financiero de depósito a nombre del exchange, y este lo será de las operaciones de compra, venta y custodia de los criptoactivos, “de tal manera que estos nunca entran al mundo del sector financiero”.
El proyecto piloto, sumado a las noticias recientes que involucran, además de la cotización del bitcoin, las declaraciones públicas hechas por figuras reconocidas del mundo económico como Elon Musk –su empresa, Tesla, compró 1.500 millones de dólares en bitcoin– y Bill Gates –quien desaconsejó invertir en estos activos “a menos que tengas la fortuna de Musk”– han elevado el interés por conocer más de este mercado que, según CoinMarketCap, tenía el 5 de marzo una capitalización global de más de 1,4 billones de dólares, cuando al 31 de diciembre era de 776.000 millones.
Para empezar, conviene aclarar que el bitcoin es solo una de las cerca de 8.400 criptomonedas que “circulan” en el mundo, como lo reflejan los índices de entidades y portales especializados como CoinMarketCap.
Estas, explican desde Binance, son “un amplio rango de sistemas de dinero digital”, es decir un método de pago que se diferencia de las monedas legales (peso colombiano, dólar, euro, entre otras) en que no hay una entidad central que regule esas transacciones.
En cambio, como expresó Felipe Cano, CEO de Blockchain Centre Latam, son “millones de computadores que resuelven el problema de confianza de manera descentralizada y transparente”, cuya base tecnológica es justamente el blockchain, la cual aloja las aplicaciones –que funcionan similares a unas billeteras digitales y se instalan igual que cuando se descargan Instagram, Facebook o demás– que permiten que se concreten esos intercambios.
Este ecosistema opera como un “modelo de gobernanza compartida”, en el que mediante un código o algoritmo se conectan esos millones de computadores en tiempo real y de forma simultánea, y cualquier transacción que pase por ellos deja una copia en ellos.
Las criptomonedas “dependen de una sólida criptografía para hacer cumplir los derechos de propiedad y garantizar transacciones seguras. No son operadas por ninguna entidad única, sino por una red de participantes descentralizada que se coordina en torno a un conjunto de hechos compartidos”, afirma Binance.
Además, agrega la entidad que en un esquema de criptomonedas típico, no se realiza distinción alguna entre los “bancos” y los “clientes” –cada usuario es su propio banco–.
“Existen regulaciones, pero en lugar de ser aplicadas por intermediarios, es un software que se encarga de ello. Lanzar un banco propio (al cual denominamos nodo), es tan sencillo como descargar un programa y ejecutarlo en un ordenador -la mayoría de las veces, un dispositivo de gama baja será más que suficiente”, complementa.
En Colombia, de acuerdo con el superintendente Castaño, los criptoactivos se pueden negociar comercialmente como cualquier otro: un bien, un inmueble o una mercancía, pero advierte que, a diferencia de estos, “su mercado carece de liquidez, transparencia en la formación de precios y respaldo de un subyacente tangible, razón por la cual sufre de alta especulación y volatilidad en su precio”.
Estos elementos, señala, deben ser tenidos en cuenta por el inversionista para entender los riesgos que corre para “no llegar a invertir lo que no está dispuesto a perder”. Justamente uno de los temores más infundados entre las personas que desean interactuar con este mercado es el de ser víctima de estafas o fraudes, dada la ausencia de un ente central que regule las transacciones.
Bryan Benson, de Binance Latam, comprende esa percepción porque “sí hubo estafas, sí hubo pirámides”, y los criminales han utilizado estas tecnologías para hacer de las suyas, pero eso no desdice de estas plataformas.
“Hace veinte años los celulares los usaban los ricos y los malos. Si el Gobierno no hubiera dejado que estos funcionaran, ¿qué habría pasado?”.
Ese es uno de los retos más prioritarios para quienes promueven estas tecnologías: educar a las personas interesadas en invertir en estos activos. Hay criptomonedas públicas –bitcoin, litecoin, ethereum, entre otras– y privadas –usualmente representadas en tokens– que, como aclara Felipe Cano, son creadas por comunidades que las utilizan para generar un intercambio de bienes y servicios.
De hecho él es fundador de Rutanio, una comunidad de profesionales de diversas disciplinas en Latinoamérica que opera con las rutas, su propia moneda digital.
“El jefe somos todos. Hay un algoritmo base, y este tiene sentido cuando nos conectamos al computador y hacemos parte de esa economía”, cierra Cano.
¿Hasta dónde llegará el alcance de las criptomonedas en Colombia? Los resultados del proyecto piloto, pero además la adopción que las personas tengan de este mercado, tendrán la palabra
Colaborador. Comunicador Social Periodista U. de A., Especialista en Gerencia del Mercadeo UPB.