El déficit fiscal es el concepto que “expresa una diferencia negativa entre los ingresos y los egresos públicos”, de acuerdo con la definición del Banco de la República. Tras la coyuntura, el cálculo que se hace es que este sea de 4,9 % de nuestro Producto Interno Bruto (PIB).
Haciendo un recuento, lo que se presupuestaba a inicio de este año es que este solamente fuera de 2,2 % del PIB, según lo manifestó Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, a inicios de febrero en rueda de prensa. No obstante, el brote del coronavirus y la caída en el precio del petróleo son algunas de las razones que afectaron estas cuentas.
De acuerdo con Jorge Iván González, profesor de economía de la Universidad Nacional, “Todos los países del mundo están aumentando su déficit fiscal en proporciones loquísimas. Alemania tiene estimado que necesita 18 % del PIB”.
Por lo pronto, asegura Luis Fernando Mejía, director del centro de estudios económicos Fedesarrollo, “No es un tema que nos debería preocupar en este momento”, puesto que las decisiones más importantes deberían tomarse el otro año, cuando se pueda evaluar de cuánto fue la brecha en general. De hecho, dicha organización estima que el déficit puede ser incluso de 5,7 % para este año.
¿Cuáles serían esas decisiones?, Mejía responde que se trataría de tomar medidas tributarias que ayuden a aliviar el gasto que se ha generado a partir de la coyuntura y la disminución en el recaudo que se ha dado a partir del freno económico que se está viviendo, entre otras, por las jornadas en casa.
En este sentido, apuntó González, que una de las medidas que pueden tomarse para aliviar las cuentas fiscales del país es “un impuesto al patrimonio y que le cobren durísimo a los más ricos”.
En favor de esto, agregó que “un país como Colombia que se ha negado a tener una tributación decente: Colombia tributa 15 % del PIB. Con una tributación como la de nosotros, evidentemente se siente la fragilidad de los estados”.