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Juan Manuel Alzate Vélez
Columnista

Juan Manuel Alzate Vélez

Publicado

1G. Utopía política

Por JUAN MANUEL ALZATE VÉLEZ

alzate.jm@gmail.com

Escenario hipotético.

El aire infectado generó saturaciones auditivas en humanos. Ruidos que borraron de sus mentes concepciones previas. Ideas se redujeron a nada en medio de inquietudes ensordecedoras. Desencadenaron en silencios reflexivos absurdos. Estos, en introspecciones profundas que crearon individuos capaces de observar primero. De escuchar antes de hablar. De hacer antes de criticar.

Con este nuevo restablecimiento del orden, hubo consenso para declarar la necesidad de abordar el avance en dos etapas.

La primera de ellas, una planeación de largo plazo. Un horizonte tan largo como para obviar diferencias étnicas, culturales, sociales, políticas, geográficas, ideológicas y económicas. Uno, que convocó a pensar como especie humana y no como individuos. Doscientos años a futuro con revisiones periódicas fueron suficientes para lograrlo. Las revisiones, tuvieron en cuenta avances de la conciencia humana, su conocimiento y tecnología.

La segunda etapa consistió en la definición de unas pocas y muy claras políticas del orden local que cumplían una relación transitiva al priorizarlas entre sí. También una reflexiva, al lograr que cada política definida estuviera relacionada consigo misma y las demás. De esta forma se evitó el priorizar intereses particulares sobre los colectivos.

Las relaciones definidas en lo local se enlazaron a su vez con las del orden nacional y estas, de nuevo, con las del orden global. Conservaron esa lógica porque pese a que el orden global, es menos tangible que el local; este último podía escalarse en armonía con el global. También porque la afinidad entre vecinos tiende a ser mayor, dada la cercanía y el contacto humano que puede existir.

En las relaciones y preferencias de las políticas definidas primaron el uso y la disposición del ecosistema: aire, agua, suelo, fauna, flora y minerales. Después de estas, el usufructo y beneplácito de quienes estuvieron dispuestos a disfrutar su tiempo, buscar el libre desarrollo de sus personalidades y explotar a cabalidad sus capacidades emocionales, físicas y mentales. Esto último erradicó el problema de la corrupción al cultivar individuos que disfrutaron del tiempo y buscaron su desarrollo por medios propios y no relativizando sus logros con los de los demás.

Con estas reglas se logró que cualquier actividad humana buscara la integridad personal, y respetara la disponibilidad de recursos y su permanencia en el tiempo. Se ofreció garantía a las generaciones futuras de disfrutar las mismas cantidades y calidades de recursos que las que gozaron las precedentes.

Bajo esta configuración, quienes asumieron la administración pública en pueblos, ciudades y países, fungieron como ejecutores de planes de largo plazo convenidos de manera anticipada. Se hizo a un lado la lúdica tarea de proponer y definir políticas cada periodo administrativo. También el afán protagónico que esto acarrea. En cambio, se reemplazaron por la responsabilidad de ejecutarlas e implementarlas. La administración pública pasó de ser promesas en campaña, a ser resultados en periodos ejecutivos.

Esto logró que los administradores públicos se calificaran no en función de las medallas logradas por un equipo de trabajo durante una administración específica; sino, por el contrario, en función de lo mucho que se ciñeron a dichas políticas y lo rápido que las implementaron. Se eliminó el “borrón y cuenta nueva” y mejor aún, las culpas a administraciones previas o responsabilidades sobre las futuras.

Esta estructura, eliminó los egos sobredimensionados y los afanes de reconocimiento público, para priorizar los resultados y la coherencia de los individuos como especie.

Nota: esta, como cualquier utopía, cuenta un futuro idílico favorecedor del bien humano. Dibuja un punto en el horizonte para procurarlo dentro de las restricciones y devenires que la realidad de la vida impone. Como este, hay muchos otros idilios políticos posibles, tantos como lectores encuentre esta columna. ¿A cuál le apunta? ¿Cómo se lo sueña?.

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