Terminamos 2017 sin antecedentes en cuanto a retos y oportunidades como país. La posibilidad de vivir en un territorio que resuelve sus conflictos mediante el diálogo, al desarmar a las Farc, es una muy buena condición para trazarnos una ruta de construcción de unos acuerdos mínimos por el bienestar de todos. Los efectos más nobles de tal desarme son evidentes: pasamos de 233.874 desplazados en 2012 a 48.335 en 2017; y los afectados por minas antipersonales, de 770 en 2012 a 58 en 2017.
Sin embargo, en la medida en que no interioricemos una visión de futuro como parte central de nuestra cultura e idiosincrasia, tal construcción será muy difícil. Tanto más, si insistimos obsesivamente en escarbar desde cada uno en el pasado de los otros, con...