Hoy hace 208 años, 11 de agosto de 1813, tres ciudadanos, Juan del Corral, José Manuel Restrepo y José María Hortiz, suscribieron en Santa Fe de Antioquia el acto de Independencia, con el cual se establecía en territorio antioqueño un nuevo orden constitucional, político, social. Modelaron un nuevo Estado de Derecho en democracia representativa. Siete años más tarde, la libertad definitiva para la región la sellaría José María Córdova, en la batalla de Chorros Blancos, con la expulsión del último vestigio de ejércitos españoles en tierra paisa.
Ambos acontecimientos constituyen la base de la independencia y la libertad. No se excluyen. Se complementan. Aquellos tres ciudadanos trazaron las instituciones jurídicas civilizadas. Este militar implantó la libertad con las armas. Códigos sin el amparo de las armas legítimas no operan. Armas sin códigos que las avalen, conducen al despotismo, a las dictaduras.
Este acto emancipador, que tuvo como preámbulo un año antes la expedición de la Constitución de 1812, fue el sustento filosófico del nuevo orden institucional en la región que situaba a todos los ciudadanos en pie de igualdad ante la ley. Se modelaron los principios de la Independencia a través de la juridicidad y de la libre determinación de los pueblos. Con su proclamación comenzaron a ejercitarse las libertades públicas, fundamento del nuevo sistema social. Se declaró la libertad de vientres, que daría paso a la libertad de los esclavos. Ciudadanos y gobernantes recabaron en el orden y la disciplina, los elementos para que funcionaran las libertades, “dejando atrás el canon monárquico basado en la naturalización de la desigualdad”.
Con el talante de quienes firmaron el acto de Independencia, quizá el más estructurado y tajante de cuantos conoció el territorio de lo que sería luego Colombia, entró en el lenguaje criollo —que después, en su discurso del Congreso de Angostura, ampliaría el Libertador— el concepto del constitucionalismo, idea novedosa aun en el mundo occidental. El absolutismo era la palabra que retumbaba en la vieja Europa y que sus hijos trajeron a América como mercancía de libre importación. En síntesis, los fundadores de nuestra Independencia echaron las bases para construir un nuevo cuerpo político.
208 años después, Antioquia, lógicamente, ha cambiado. Materialmente ha progresado. Las ciudades han crecido, se han urbanizado, en tanto la ruralidad ha caído. La mujer entró en la escena del desarrollo. Electrificación, servicios públicos básicos, vías de comunicación. Universidades y centros de experimentación y laboratorios competitivos. Ciencia, innovación, investigación se abren paso. Transporte ágil y moderno. Mayor cobertura en salud y educación. Clínicas y hospitales eficientes. Parques, campos deportivos y recreación. Polos de desarrollo en las subregiones de acuerdo con su vocación, aprovechando las ventajas comparativas y competitivas del comercio interno y el externo.
Sí se ha perdido en liderazgo político. Hay una decadencia atroz. Además, empresas que fueron insignias del talante y la idiosincrasia paisa han desaparecido por fuerza del mercado, del anacronismo de la heredad, o han sido absorbidas por capitales foráneos. Otras se han debilitado por la carencia de unidad asociativa de terceras y cuartas generaciones de los fundadores, o han sido doblegadas por el peso de las responsabilidades