El 25 de junio de 1950 el atroz régimen comunista de Kim il Sung invadía con armamento soviético a Corea del Sur, atravesando el paralelo 38 que fue la “solución” salomónica de la URSS y EE.UU. concluida la Segunda Guerra Mundial para repartirse algunos activos del derrotado Japón.
Como buen comunista, el primero de la dinastía Kim, se victimizó para “justificar” la invasión diciendo en la radio: “El 25 de junio, el ejército del gobierno títere del traidor Syngman Rhee [el líder de Corea del Sur] comenzó una ofensiva total contra las áreas de la mitad norte de la República a lo largo del paralelo 38”. Hasta hoy los norcoreanos, adoctrinados desde pequeños en las mentiras de su líder, al cual le agradecen iniciando la jornada escolar que permita que el sol salga, siguen convencidos, y quien lo dude no lo vuelve a hacer, que fueron ellos las víctimas de las ambiciones de los capitalistas del sur.
El comunismo, con los múltiples nombres con que hoy se camufla, tiene como única forma de propagación efectiva encontrar víctimas, reales en caso de haberlas, pero especialmente provocarlas. Por eso sus manuales proponen la “pauperización de la población”, que implica que si no hay pobres, hay que provocarlos, si la sociedad encuentra opciones económicas para prosperar, deben deteriorarlas directa e indirectamente. Por algo las guerrillas comunistas tumban puentes, torres de energía, secuestran empresarios, espantan inversionistas, y alejan a la población de oportunidades de educación, trabajo y salud, como también de las otras opciones políticas, persiguiéndolas física o jurídicamente. O ¿por qué creen que en el Congreso sus secuaces siguen exigiendo las “curules para las víctimas”, mejor dicho, para “sus víctimas”?
Empeorar la situación de los desfavorecidos es el mecanismo para justificar las acciones violentas e ilegales, que ha sido el discurso del sector mamerto de la academia que continúa enseñando en colegios y universidades el cuento de las “causas objetivas o materiales de la violencia”.
A los comunistas con ánimo de lucro, turbante o zapato Ferragamo, no les interesan las víctimas, solo aprovecharse de ellas para tomarse el poder y enriquecerse. Son parásitos que agravan los males para que las víctimas sin opciones se entreguen incondicionalmente y cuando estos victimarios necesitan disfrazar sus acciones perversas, se declaran víctimas. Por eso la dictadura castrista y chavista siempre dicen que sus males son culpa de otros.
Lo interesante de la península coreana, aunque tristemente a costa de millones de norcoreanos, es que resuelve la inexistente duda de si el capitalismo o el comunismo, disfrazado ahora de progresismo, es la solución, pues demuestra fácticamente que el comunismo es una plaga que solo produjo hambre igualitaria en Corea del Norte, en cambio el capitalismo del vecino, con la misma gente y condiciones geográficas, formó una de las naciones más prósperas y desarrolladas del mundo, y no se necesitaron 70 años para eso.