Juan Ramón Jiménez (1881-1958), poeta exquisito, premio Nobel de Literatura 1956, escribió un libro titulado “Sonetos espirituales”. Uno, Primavera, comienza con este cuarteto: “Abril sin asistencia clara fuera / invierno de caídos esplendores; / mas aunque abril no te abra a ti sus flores, / tú siempre exaltarás la primavera”.
No sabemos a la asistencia clara de quién se refiere, pues el suyo es “un dios inmanente”, un “dios-conciencia” que mora en su interior. El poeta se forja su propio dios, al cual debe referirse en este soneto, y más cuando continúa así: “Eres la primavera verdadera; / rosa de los caminos interiores, / brisa de los secretos corredores, / lumbre de la recóndita ladera”.
Como si una nostalgia profunda invadiera su mirada,...