¿Qué hacer cuando los que ostentan la autoridad policial no ejercen el poder para cuidarnos, sino para atacarnos? Eso es lo que piensan muchos ciudadanos de reconocidas y cacareadas democracias en el mundo, como la de Colombia (que se las da de mucho en América Latina) y la de Estados Unidos (que se cree en el churubito mundial). ¿Cómo es que dos hombres negros desarmados y no peligrosos terminan muertos por acción de un policía (que jamás debió serlo)? Pasó en Estados Unidos (hasta en Europa ya hay protestas por el asesinato) y los culpables ya están detenidos por homicidio. También en Colombia y el caso pasó casi desapercibido; ya abrieron investigación, pero no hay detenidos por el homicidio.
En Estados Unidos el caso no ha pasado en vano. La gente ya no tolera más el abuso policial y lleva varios días haciendo manifestaciones incendiarias y pidiendo justicia. La policía de ninguna parte del mundo puede actuar así. En Colombia, por el contrario, la indignación por el asesinato de Anderson Arboleda, de 19 años, en Puerto Tejada, después de recibir mínimo tres bolillazos en la cabeza, según el relato del periodista José Guarnizo, no ha generado reacción masiva de la gente. Aquí estamos adormecidos porque llevamos años sabiendo que aunque manifestemos nuestra indignación, nunca pasa nada.
¿Qué tendría que pasar? Solo una cosa: que el servicio público esté en manos de mujeres y hombres educados en un sentido: “El servicio público solo tiene el objetivo de facilitarle la vida a la gente”. Soy policía, ¿tengo que respetar a la peor calaña humana? Sí, usted es un servidor público y debe ejercer con ponderación la autoridad que la sociedad le ha delegado. ¿Y si en el camino me encuentro con un Anderson Arboleda o un George Floyd? Lo mismo: ejerce con ponderación la autoridad que la sociedad le ha delegado.
El manejo de armas y las placas de autoridad deben estar en manos de personas sin resentimientos sociales ni complejos de superioridad. ¿Las pruebas psicológicas determinarán que son aptos para portar el uniforme? ¿Que son capaces de portar un arma sin usarla para demostrar que son muy machotes? ¿Qué no todo se soluciona a los bolillazos? Yo espero que sí, y que el caso de Anderson Arboleda, el muchacho que perdimos los colombianos la semana pasada, no se vuelva a repetir.