El pasado camaleónico y las incoherentes propuestas del alcalde electo, que ya se cree posesionado y que esperamos no sea el primero de una seguidilla de nefastos gobiernos como los que seguirá teniendo Bogotá, evidencian su compulsivo afán de protagonismo.
La semana anterior, como si también ya estuviera en campaña presidencial, pescando en el río revuelto de las marchas y las acciones terroristas tristemente asociadas con ellas, el nuevo burgomaestre promulgó otra de sus “genialidades”: pedir una asamblea constituyente para darle gusto a la minoría que irrespeta a las mayorías y quiere imponer sus discursos inviables.
Los ciudadanos que protestaron pacíficamente, más los delincuentes que se aprovecharon de ello, no suman ni el 1 % de la población colombiana; pero ahora pretende el alcalde electo formalizar la dictadura de esa minoría que no “propone” sino que “ordena” lo que debe hacerse. En democracia las mayorías mandan, así el alcalde lo “olvide” cuando le conviene. Por eso apoyó el golpe de Estado que dio Santos a la democracia desconociendo los resultados del plebiscito e imponiendo un acuerdo de impunidad con un cartel narcoterrorista, a cambio de una paz inexistente.
El alcalde, al parecer alérgico al ESMAD, propone con estilo y “argumentación” similar al de Petro, “su presidente”, cosas incoherentes y fútiles. Dice que para resolver todo hay que hacer una nueva Constitución, pues se volvió costumbre hacerle una a la medida a cada grupo delictivo que dice querer negociar. Sería bueno que, si de verdad sabe de qué habla, explique: ¿qué tiene la Constitución del 91 que impide que se mejore la educación y la salud? ¿Cómo la actual Constitución imposibilita la profundización de la democracia? Para que se postule al Nobel de Economía, nos cuente: ¿por qué la actual Constitución obstruye el aumento de la productividad? ¿Acaso una Constitución nueva va a generar empleo? ¿O es que no sabe que son los empresarios quienes lo generan? Que aclare: ¿cómo una nueva Constitución resolvería el supuesto problema de la desigualdad? ¿O es que tiene pensado imponer una Constitución chavista, como le gusta a “su presidente”, Petro, para que de un solo golpe, mediante expropiación, todos sean “iguales”? Que revele: ¿qué tiene que ver la Constitución actual con la ampliación de su cacareada 4ª Revolución Industrial? y sustente con “estudios”, no con demagogia tecnológica: ¿en cuántos años y cuántos empleos se van a generar con ella y si va a compensar la pérdida masiva de empleo que dicha revolución implica precisamente en los sectores que ahora protestan porque no lo tienen, pero él supuestamente defiende? Ojalá no sea su afán de protagonismo un síntoma del síndrome de Eróstrato.
¡Ubíquese! Usando su “enigmática” prosa, recuerde que: “Un alcalde es un alcalde... un alcalde es un alcalde”. Hable menos, piense y trabaje más porque tiene muchos problemas “concretos” que atender, probablemente con menos plata que antes y con un programa de gobierno más “gaseoso” y liviano que el hidrógeno.