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La doctrina tiene que dejar de justificar acciones que se encuentran al margen o por fuera de la ley, que van en contra de las instituciones democráticas y que vulneran la imagen del sector castrense.
Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
No hay duda que las relaciones civiles-militares son fundamentales para la estabilidad de las democracias; por ello es de gran importancia el libro que acabamos de publicar en Rosario, Argentina, once colegas latinoamericanos y europeos, coordinados por José Manuel Ugarte y Bertha García, con el título “Perspectivas latinoamericanas sobre relaciones civiles-militares, hoy” en ediciones Prohistoria, con estudios de caso de Ecuador, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia y Venezuela, además de los ensayos analíticos de conjunto.
Como lo señala Ugarte, “las relaciones civiles-militares han constituido y constituyen un factor fundamental para la vigencia y fortalecimiento o, por el contrario, debilitamiento e incluso desaparición del sistema democrático en los países latinoamericanos”. Y la profesora Bertha García anota “como hipótesis a demostrar... habremos de señalar que hoy la totalidad de los países latinoamericanos deben ser considerados en transición hacia la democracia, bien que en muy distinto estadio de avance”. Y anota Ugarte, “en la mayor parte de los países latinoamericanos, las Fuerzas Armadas constituyen actores políticos, cuyo accionar frecuentemente se traduce en presiones sobre los gobernantes electos y en limitaciones a la vigencia del sistema democrático y a la calidad de sus instituciones”. Y señala que algunas de sus principales características son su vocación política, un amplio grado de autonomía respecto del poder político y una gran variedad y amplitud de sus misiones (la defensa externa, tareas en seguridad interior, cooperación con el desarrollo, participar en la protección de la población civil frente a desastres). Todo lo anterior asociado a los elementos históricos de su conformación y del contexto internacional.
En el artículo sobre Colombia, a cargo de este servidor, señalo que “deseamos que las intenciones de la política de Paz Total del actual gobierno y de aclimatar la política de Seguridad Humana, especialmente por la larga historia de violencia que tiene nuestra sociedad, sea exitosa, pero es altamente probable que necesitemos durante unos años y de manera diferenciada regionalmente, usar la disposición del diálogo con el uso legítimo de la fuerza del Estado, si las circunstancias lo requieren”. Y añado a continuación, “la Fuerza Pública tiene que continuar con su proceso de transformación en torno al siglo XXI, dejando de lado las doctrinas que ejecutaba hace algunas décadas, y poniendo en consideración su modernización como proceso fundamental. La doctrina tiene que dejar de justificar acciones que se encuentran al margen o por fuera de la ley, que van en contra de las instituciones democráticas y que vulneran la imagen del sector castrense.”
La invitación a todos los ciudadanos es a incorporar este tópico de las relaciones civiles-militares en el análisis de la fortaleza o debilidad de nuestras democracias y tener siempre en la mira el importante rol que juegan los militares y lo necesario de estudiar y conocer muy bien el funcionamiento de estas instituciones, sin olvidar que si bien existen avances democráticos importantes, al mismo tiempo emergen ciertos retrocesos.