El Evangelio anuncia dramáticamente el fin del mundo cósmico. Es también el anuncio del fin del mundo de cada uno. Con la muerte termina cada uno para el mundo y el mundo termina para él. No sabemos cómo ni cuándo, por eso la actitud prudente es la de vigilar y orar.
El desenlace de todo esto ha de tomarse en serio, pero no en sentido dramático y catastrófico, como algo que termina mal sin remedio. “Serio” es todo aquello donde se ventilan grandes valores que no están definitivamente perdidos. Creyentes y no creyentes se enfrentan con la misma realidad: el fin.
Todo se explica mejor desde dentro de la fe que desde fuera de ella. El fin del mundo, la muerte, es para unos el fin de todo, mientras que para otros es el comienzo de algo mejor. Donde...