La semana pasada murió mi perro, ese que me acompañaba a todos lados, el que no me dejaba sola, el que siempre encontró en mí una mejor versión. Ese que seguiré extrañando durante años y al que, seguramente, sentiré cerca toda la vida. Con los años he ido refinando mi estrategia frente al dolor, hoy la resumo así: Compró una boleta para el palco principal en la oscura soledad de mi caverna y desde allí me aíslo del mundo, mientras veo pasar en cámara lenta una amalgama de sentimientos. Así que, cuando se fue, emprendí el camino que iba llevando mi dolor hacia el palco de la soledad; en ese momento escuché a Brené Brown, que me decía: padeces de analfabetismo emocional, regresa a casa, necesitas hablar de lo que sientes.
Conocí a Brené hace ya hace unos años. Recuerdo la primera vez que la vi, una noche en Santa Marta, cuando mi esposo me compartió la charla que ella dio en TedTalk. Allí apareció ella explicando las ventajas de ser algo que siempre traté de no ser, al menos no al frente de otros: vulnerable. En su TedTalk, que es uno de los más vistos en el mundo, con más de 50 millones de visitas, explica que la vulnerabilidad es el mejor termómetro para medir el coraje, que no se puede hablar de coraje o valentía cuando hay ausencia de miedo, si no cuando a pesar del miedo uno enfrenta las situaciones. Desde ese momento he seguido sus conferencias, he visto sus charlas, he leído sus libros.
Para mí escucharla mientras me sumía en la caverna no me pareció insensato. Ella repitió regresa a casa, necesitas hablar de lo que sientes; me detuve, miré el camino recorrido y caminé de regreso. Tomé su nuevo libro, Atlas del corazón, y pedí un mensaje. Apareció frente a mí la palabra Grief, que se traduce al español como luto, duelo o dolor. Releí el capítulo y dejé que cada palabra tocará mi momento. Yo con mi luto entendí que ese analfabetismo emocional es el que abre las puertas a un sinnúmero de conflictos, es el que hoy nos tiene inmersos en una división constante: ¿cuántas veces nos tornamos agresivos porque no entendemos lo que sentimos?, ¿cuántas veces preferimos atacar al otro en vez de decirle que tenemos miedo?
Entender lo que sentimos nos abre un puente de conexión con nuestro ser, con quienes nos rodean, con el mundo. Poder determinar el sentimiento indicado y ponerle cara a lo que está pasando nos ayuda a entender las acciones que debemos tomar. La pregunta para ti que hoy lees mi columna es: ¿qué tan analfabeto emocional te consideras?