Por Elkin Guerra Tamayo
Un buen alcalde fundamenta sus actuaciones en la gestión participativa, que integra liderazgo, trabajo en equipo y participación ciudadana, encaminada a la atención y solución de los problemas y demandas de la población para un desarrollo sostenible, teniendo siempre unas cordiales relaciones públicas con las autoridades de gobierno nacional y regional y la comunidad propia, igual con el concejo.
Más que administrar, el alcalde es un gerente con visión. Lidera a su comunidad, se comunica, distribuye su tiempo, delega y gestiona recursos públicos y privados, ante la limitación y situación real de las finanzas municipales.
La calidad de la gestión se hace posible a través del presupuesto municipal, que contiene los diferentes ingresos y gastos, que deben tener una rigurosa ejecución, contabilización, control, evaluación y presentación de informes, en una palabra, transparencia en el manejo de los recursos públicos para que cumplan los fines para los cuales fueron destinados y se vea el beneficio de toda la comunidad que habita su territorio.
Así como existe el voto programático, también debe darse un pacto por la transparencia pública para llegar a gestiones eficientes, eficaces y de confianza ciudadana.