En cama de hospital me tocó soportar la tortura de una pantalla de televisión, que no estaba bajo mi control, escupiendo todo el día sandeces. Fue una jornada terrible. En la mañana un sartal de frivolidades. Cuando llegó el momento del noticiero, nos preguntamos cuántas noticias buenas recibiríamos. Se terminó el noticiero y no las encontramos. No había tregua entre una escena desalentadora y otra. Que asesinaron a un grupo de campesinos, que detuvieron al gerente de una importante empresa, que aparecen nuevos involucrados en los escándalos de Odebrecht, que los maestros, los textileros, los transportadores o los arroceros inician un nuevo paro gremial, por el incumplimiento de los pactos hechos con el Gobierno, etc. Y, con esa cascada de noticias...