Cambia el clima, del miedo nos están llevando al terror, tres menores de edad son detenidos por ser sospechosos de encender el cerro, imagino que verlo arder es su deleite, como a Nerón, la candela los excita, también parece suceder lo mismo a cientos de funcionarios, políticos y ciudadanos que atizan y echan china a esta hoguera que es Colombia, recibo el periódico y revivo momentos que pensé superados, reaparecen frases ligadas a la guerra que estábamos empezando a alejar de la retórica diaria, duele la fotografía de la primera página de El Tiempo del martes pasado, me recuerda esas mujeres que lloran con su rostro oculto en las pinturas de Beatriz González, maldita sea , al parecer esas imágenes empiezan a ser otra vez parte de nuestra cotidianidad, la foto produce desazón, escalofrío y tristeza, la mujer que abraza la pancarta con la cara impresa de su candidata que cayó asesinada y con ella, que era su sueño, enjuga el rostro con sus lágrimas como si fuese la Verónica, encarna de nuevo el inicio de la desesperanza, el camino hacia el precipicio. Ese abismo lo hemos frecuentado muchas veces, tantas ¿será que ese pozo es nuestro sino? Son 418 municipios los que están en riesgo electoral, y como los viejos pecados capitales, son 7 los grupos de delincuentes que podrían afectar las elecciones. Saldremos verracos a votar, si es que salimos, así ganan y a eso juegan los que atizan.
Nos lanzan misiles incendiarios a través de su boca desde el país vecino los que de la imperfecta democracia pretenden regresar a la lucha armada, gesta anacrónica que se desnudó en los 32 minutos de un video, que demostró y confirmó a todos que el camino es el diálogo y que ese 90 % que aún persiste, justifica la imperfección de este sistema inepto y desconfiado. También desde allí pretende hacer arder la frontera el inmaduro “general” que desgobierna a nuestros hermanos, hacen eco desde aquí los idiotas útiles de la prensa que amplifican durante minutos en los mejores horarios los vientos de guerra, el humo y el fusil son su negocio. Tampoco ayudan las declaraciones que desde Brasil incendian la región, el que enciende busca expandir su frontera, urbanizar y conquistar, más que territorios, cerebros. Ahí lo van logrando.
Mientras me tomo un café, la mujer que me acompaña me enseña uno de sus bellos libros, abro una página, del negro inmaculado de la hoja nace este hermoso texto, que de nuevo, como en medio del fuego, me recuerda esta violencia terca y perpetua que representaba la imagen que el martes asomó a mis ojos, en esa cita que leo, dice Nikos Kazantzakis en su Carta al Greco: “Una llama atraviesa las piedras, los hombres, los ángeles, esto es lo que yo quiero pintar. No quiero pintar la ceniza , soy pintor y no teólogo. Quiero pintar el instante en que las criaturas de Dios arden: un poco antes de que caigan en cenizas. Siempre que tenga tiempo. Por eso tú me ves jadear, apresurarme: tengo que pintarlas antes que se conviertan en cenizas”.