Cualquiera que haya probado las mieles del Business durante un vuelo transoceánico sabe lo que es el Paraíso. O al menos lo más parecido al Edén. Asientos ergonómicos capaces de convertirse en camas en las que estirarse a pierna suelta, comida de verdad maridada con carta de vinos a elegir, sábanas de hilo egipcio y almohada de plumas, audífonos en Dolby Surround, atención exclusiva, wifi gratis en mitad del triángulo de las Bermudas, aseos en los que poder moverse sin acabar cuajado de moratones y privacidad casi total mientras unas filas más atrás el vulgo se hacina y comprarte sudores y hedores a partes iguales. Y es que hasta que no se ha catado el lujo uno no se da cuenta de que es un asco pertenecer a la plebe, más aún si se viaja en una...