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Elbacé Restrepo
Columnista

Elbacé Restrepo

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COLOQUIOS CON CARAMELA

Por Elbacé Restrepo

elbaceciliarestrepo@yahoo.com

El reloj de la pantalla marca las 4:28 de la madrugada. Un frío delgadito se cuela por los pies y el silencio solo es interrumpido por unos voladores lejanos, ve tú a saber por qué, si por la salida de la cárcel del cabecilla de un combo, por la coronada de la vuelta de algún pillo o por una muestra gratis de lo que será el ruido insufrible en los próximos dos meses, porque en Colombia diciembre se acaba a mediados de enero, ajá.

Una de mis gatas, ajena al mundo y sus problemas, ronronea plácida sobre mis piernas. Acaricio su pelaje y casi muero de la envidia. Recuerdo unos versos del poeta Darío Jaramillo Agudelo, en su libro Gatos, y sonrío, sola, cuando recito en voz muy baja, para no incomodar a Caramela: “Los estados de la materia son cuatro: / líquido, sólido, gaseoso y gato / [...] ¿Y este silencio, acaso procede de un lugar sin tiempo? / Cuando el espíritu juega a ser materia / entonces se convierte en gato”.

Quisiera tener el poder, como ella, de cerrar los ojos y entregarme al silencio, tan necesario a veces. Pero no puedo, así que me sacudo. Caramela salta, va en busca de comida y vuelve, relamiéndose. Ya no se acomoda sobre mí, sino en el escritorio. Me pregunto qué diría, si hablara, del paro anunciado para el próximo jueves. Pero nunca lo hará, de modo que sigo rumiando yo sola.

Le digo, con profundo dolor, que el país no va tan bien como quisiéramos. Y que no puede atribuírsele la culpa de todo al presidente Duque, de quien quiero creer que hace su mejor esfuerzo, pero... Que a mi modo de ver en Colombia se está manifestando un descontento popular espontáneo, propio y legítimo contra las clases dirigentes tradicionales. Y que esos dirigentes políticos, los gremios y los líderes empresariales no deberían ser ciegos ni indiferentes ante esa inconformidad. La gata me mira, bosteza y sus ojos, tan grandes cuando están abiertos, se convierten en dos rayas. Duerme otra vez.

“El tal paro no existe”, supongo que piensa. Pero sí, y es una falacia culpar del descontento social a las supuestas maniobras subversivas intervencionistas del castrochavismo. Y es inaceptable que los oportunistas aprovechen la ocasión para poner en redes sociales videos anónimos amenazando con actos atroces, y que otros propongan la creación de grupos de autodefensa para enfrentarlos. Ambas cosas son terrorismo, ¡qué cansancio!

Es tan legítimo salir a protestar como no hacerlo. Y no es cuestión de buenos y de malos. Nadie tiene por qué sentirse superior ni pisotear al otro por su decisión. Tan injusto es descalificar a los que quiere marchar como a los que no quieren hacerlo. Se llama libertad y no constituye prueba de delito. Que sí lo es, cómo no, acabar hasta con el nido de la gata. Ya veremos si son capaces de enaltecer el sentido de la protesta y no convertirla en vandalismo puro.

Miro a Caramela y parece decir como el poeta: “¿Para qué las palabras si es posible el silencio?”.

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