En el pasillo de una clínica dos hombres miran una radiografía. Doctor, ¿él puede vivir así con ese plomo adentro? No puedo evitar el escalofrío. No vivo en un lugar aparentemente violento. O al menos eso creo. Pero ahora entiendo que es una negación mía. Pistolas y balas son cosa de la cotidianidad. Lo común. Lo usual. Como el correo, el aseo, los heladeros.
En esa emergencia entran heridos de bala todos los días. Allí está el padre de uno. El quiebre de su voz es como la aparición de una falla sísmica en la corteza de la Tierra. Como dijo Andrés Eloy Blanco, “cuando tienes un hijo, tienes todos los hijos del mundo”. Me partió el alma escuchar la explicación, es más complicado sacar la bala que dejarla donde está. Se va a formar una cápsula....