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Aldo Civico
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Aldo Civico

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Con más pasión

Por ALDO CIVICO

aldo@aldocivico.com

¿Por qué un empresario que vendió su empresa y goza de la prosperidad que creó sigue creando empresas de innovación, arriesgando su capital, en lugar de disfrutar de los resultados de su trabajo? ¿Por qué un joven artista urbano, después de trabajar todo el día en un call center, se encierra en un estudio para producir música durante buena parte de la noche? ¿Por qué alguien que ha sido elegido alcalde varias veces en un contexto difícil, y hasta peligroso, sigue trabajando sin pausa para transformar su ciudad, a pesar de que tiene más de setenta años?

Detrás de cada una de estas preguntas se encuentra la historia de algunos de mis amigos, de los cuales, en estos días, me puse a contemplar la trayectoria de sus vidas o de sus carreras. Me pregunté qué tienen en común estas personas, varias de las cuales me inspiran. Observé que no solamente tenían un propósito superior que marcaba el horizonte de su trayectoria existencial. Un propósito inspira, orienta tu vida. Te sugiere cuál es la huella que quieres dejar en la humanidad a través de tu carrera, tu negocio, tu arte. Sin embargo, el propósito en sí mismo no es suficiente. De hecho, lo que tienen en común los amigos de los cuales estaba contemplando su trayectoria, es la pasión.

Dice Warren Buffett que sin pasión no hay energía y que sin energía no hay nada. Necesitamos energía para poder transformar, para tener la resiliencia necesaria para superar los obstáculos y encontrar nuevas soluciones. Necesitamos pasión, porque es como una llama que arde en nuestro interior haciéndonos vibrar, perseverar, creer que lo imposible es posible. Un propósito sin pasión se puede quedar en mera fantasía. Por el contrario, una pasión alineada con un propósito superior se convierte en una energía imparable, porque la pasión te mueve y el propósito te orienta. Declaraba Carl Jung, “Tu visión se hará más clara solo cuando mires dentro de tu corazón. El que mira afuera, sueña; el que mira adentro, despierta”.

Mi experiencia también me lleva a observar que la pasión, además, tiene una dimensión colectiva, al igual que individual, porque anima a una tribu de personas a emprender la realización de un sueño y de un propósito común. Por ejemplo, el movimiento antimafia de Palermo, en Italia, no tenía solamente el noble propósito de liberar la economía y la política del dominio mafioso. Detrás de esta visión hubo, por parte de un amplio movimiento ciudadano, una pasión radical y tremenda por la libertad, la legalidad, la ética pública, la vida. Había una pasión, que en parte era también rabia por las injusticias, los abusos de poder, el clientelismo, la violencia. En otras palabras, había un amor profundo, visceral, por la ciudad de Palermo. Hoy escucho a varios amigos decirme con tristeza que Medellín ha perdido su rumbo, que cada vez más está amenazada por intereses oscuros. Los escucho suplicar que la ciudad tiene que volver a encontrar un propósito. Pero en estos días también me preguntaba: ¿existe hoy una pasión que une a los ciudadanos? Medellín, ¿qué te apasiona hoy? 

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