En estos días que se escurren como ríos, que se deslizan hacia un norte incierto, se ha preguntado alguien por algo tan ajeno como los peces del acuario del parque explora, desde el silencio de este sur urbano evoco la emoción que produce caminar por ahí, conocer la vida que corre por las venas de nuestra geografía ayuda a que establezcamos vínculos de amor con la naturaleza, ¿cuándo podrán los niños volver a recorrer el parque, jugar en sus salas interactivas, brincar, tocar, mover, saltar, presionar o correr en grupo por esas salas diseñadas para la lúdica y el aprendizaje?, acaso alguien se ha detenido a imaginar quién estará alimentando los inmensos árboles del Jardín Botánico, qué será de ese parque sin esas otras flores que son las niñas vestidas de gala listas para celebrar sus quince años y esperando ser fotografiadas contra esa naturaleza exuberante, qué será del mariposario, las colecciones botánicas o del Orquideorama que seguramente habrá de esperar mucho tiempo a solas mientras regresan allí los eventos programados, ¿cómo estarán sintiéndose en su soledad las cientos de pinturas del maestro Botero que habitan el Museo de Antioquia, las acompañará alguien o solo las visitarán la penumbra y el eco vacío del espacio hueco, alguien estará controlando la temperatura para que no mueran de asfixia, y los depósitos con las miles de obras en custodia, reinarán allí la humedad adecuada y el buen clima? ... ¿qué será de la pareja de campesinos que con su niño en brazos otean el horizonte de un futuro incierto en medio del inmenso paisaje antioqueño, seguirá a salvo esa obra del maestro Francisco Antonio Cano que es icono de nuestra cultura, deseo e imagino que sí. Acaso hay alguien vigilando los frescos y removiendo las telarañas en la inmensa casona del maestro Pedro Nel Gómez, quién estará lustrando los hermosos pisos de granito de algunas de sus salas, estarán a salvo en los depósitos del Museo de Arte Moderno las miles de obras de su colección y las cientos de pinturas y acuarelas de Débora Arango que retratan lo peor de la realidad política de este país en la mitad del siglo pasado, qué será de ese primer desnudo pintado por una mujer o del tren de las bananeras y de las monjas y el cardenal, seguirá encendida y garantizando vida la maquinaria de ese respirador artificial que es el aire acondicionado de todas las salas de esta y las demás instituciones culturales de la ciudad que son los guardianes silenciosos de gran parte de nuestro patrimonio?
Alguien se ha imaginado esta sociedad sin el acervo que estas y otras instituciones protegen, atesoran y custodian, los artistas y las instituciones culturales viven en una cuarentena eterna, pero como sociedad debemos entender que un museo es mucho más que el depósito de la cultura material, hoy, como casi todo, están cerrados esperando que el Estado los convoque de nuevo a vivir y a recibir a los que los frecuentamos, algunos lograrán hacerlo, pero estoy seguro que todos quedarán profundamente heridos, cuánto les ayudaría a estos guardianes que estoicos resisten todo, unas manos que los mantengan conectados a la vida.