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Juan David Ramírez Correa
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Juan David Ramírez Correa

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Confusión

Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com

“Dívide et ímpera”, sí, “divide y domina”, es una locución latina atribuida sin confirmación al emperador romano Julio César.

En palabras sencillas podríamos definirla como la capacidad de indisponer a unos con otros y, si la llevamos al plano criollo, podríamos hablar de cómo Gustavo Petro ganó las elecciones y consiguió su único objetivo: llegar al poder. Sí, llegar al poder sin importar la división creada, donde en términos electorales cerca de la mitad de los electores no congenia con la propuesta que encarna.

Ahora, ese “divide y domina” vive una especie de evolución, como si hubiera llegado a un estadío adicional que podríamos llamar “confunde y reinarás”.

En sus primeros meses de gobierno, bajo la embriaguez de vientos de cambio, la confusión ha sido la carta de juego del gobierno para reinar, y el presidente es quien la encabeza.

Por ejemplo, cada que habla sobre la economía hay un halo caótico. Gravar capitales golondrina, criticar al Banco de la República, decir que “se viene una tormenta”, pronosticando una recesión, en fin... sanas declaraciones (ironía, por favor) que crean una amalgama de incertidumbre y confusión azarosa.

Súmele su primera línea, que está en la misma tónica de confundir. Nótese lo dicho por la ministra de Minas, la que propuso decrecer, quien asegura que no se firmarán nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, cosa que pone en riesgo $13.000 millones de dólares de ingresos para la nación. Tan confusas resultan estas afirmaciones, que hasta los compañeros de gabinete salen a desmentirlas o sino que lo diga el ministro de Hacienda que se convirtió en un domador de confusiones.

A la par, el director de la Dian dice que es necesario legalizar y gravar la cocaína. ¿A son de qué? Como dice el meme... ¿Qué implica eso?

Ni hablemos de la llamada Paz total, cosa que no se entiende bien y que mientras la montan en la aplanadora del Congreso para su aprobación, no se sabe de dónde saldrán los $60 billones necesarios para implementarla. ¿Deuda pública?

Y Petro remata el andamiaje de confusiones diciendo que tiene un enemigo interno en el Gobierno. ¿Qué quiso decir?

Esto es un breve recuento de los últimos días, pero desde agosto la cosa es así. ¿Recuerdan el caos en la posesión presidencial por la espada de Bolívar? Desde ahí se nota el juego de la confusión.

Las ganas de pasar a la historia como adalides reformistas no mide la tensión que genera dejar todo al garete de la interpretación. Mucho menos las consecuencias de fondo. “Bobaditas”, dirán ellos, como un dólar a casi $4.700, en gran medida marcado por la incertidumbre que están generando en los mercados.

Ese nivel de confusión es una forma de buscar control absoluto, de reinar. Cosa que no le conviene al país porque con ese estilo, la vida de muchos terminará trastocada y no de la mejor forma

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