En los idiomas, los diminutivos modifican las palabras para representar una condición mínima, inferior, pequeña, reducida. También lo hacen para significar ternura, cariño, cercanía, calidez. Y claro, dependiendo del contexto, podrían convertirse en despectivos.
En Colombia, el cariño que podría acarrear un diminutivo queda en el olvido. Son peligrosos. Ya no hay “mijito” que represente el amor padre-hijo ni un “amorcito”, para embelesar a los novios. Por el contrario, un “cariñito”, es una patada bien metida en un partido de fútbol, pero también es la forma como los pillos aprietan a otro para que no se le olviden las cosas.
La propuesta del presidente Juan Manuel Santos de crear un congresito, si así como suena un legislativito, como camino...