Muy parecido al aburrimiento es el lapso en que al artista no se le ocurre nada. Y es tan inútil tratar de combatir el tedio mediante ejercicios presupuestados como combatir con recetas la falta de inspiración que se aposenta como un monarca absoluto.
Ambos pasajes (pasajeros) tienden a creerse una desdicha en el orden pagano o popular pero, profesionalmente, la falta de inspiración, ese periodo en que el artista se cree abandonado o despedido, se revela al cabo como una mina de productividad. No es fácil desplazar o superar el tedio ni el vacío de la inspiración, pero esto mismo indicaría ya que la calidad de su potencial dista mucho de ser mediocre.
Si todo aquello que nos inspira se asimila al advenimiento de un algo, la nada en la ideación...