Por Luis Carlos Villegas E.
Los perjudicados por la pandemia son conocidos: encabeza la gente de los sectores productivos relacionados con el entretenimiento, como el turismo, los restaurantes, los cines, los bares y discotecas, los deportes, los festivales y fiestas populares, las expresiones culturales como el teatro, las ferias del libro, etc. Siguen la educación en todos los niveles y el comercio exterior. Por supuesto el sector salud, dada la responsabilidad de sus profesionales, instituciones públicas y privadas e infraestructura, en la atención de los pacientes sintomáticos en estado grave o crítico, además de la pesada carga que significa atender a cincuenta millones de afiliados, incluidos los de alto costo y terminales que compiten por recursos con los pandémicos. Se han visto afectadas las finanzas públicas, por el menor recaudo tributario y por el mayor gasto financiado con deuda. El alto desempleo se menciona como una de las nefandas consecuencias de la parálisis económica inicial; su reducción va lenta, al paso de la reactivación económica; y dentro de los desempleados, los más perjudicados han sido las mujeres y los jóvenes.
Hay, sin embargo, unos afectados protagónicos, heroicos en algunos casos, que han cargado con la responsabilidad sin agradecimiento y que han puesto a prueba la eficacia de la institucionalidad básica de nuestro sistema: los gobernadores y alcaldes. Por ellos empiezan los controles, las restricciones, las limitaciones a la libertad y a la movilidad; y por ende, por ellos empiezan quejas, críticas, el desespero colectivo y la búsqueda de responsables de los errores. Su relación con Duque y el gobierno no ha sido luna de miel.
Gobernadores y alcaldes sienten que 2020 no contó para sus administraciones, salvo en las cuarentenas y toques de queda, lo sanitario de urgencia, el número de UCI y de ventiladores. Sus períodos de gobierno han sido severamente afectados por la Covid. Los recaudos iban muy mal a septiembre de este año y se recuperarán solo al fin de 2021. Los planes de gobierno no han podido arrancar y la planeación, que es para cuatro años, no ha podido cuadrarse, ni lo hará, antes de la recuperación de los ingresos.
En plata blanca, los aparatos departamentales y municipales están en serios aprietos.
No sé qué efectos podrá tener sobre la calidad de las administraciones el hecho de que en principio solo tendrán dos años de verdadero gobierno, 2022 y 2023, quienes están haciendo o fortaleciendo una carrera política fincada en el éxito de sus liderazgos locales, léase Bogotá, Medellín, Cali, Atlántico, Santander, Cundinamarca, Boyacá y muchos más. Esperemos que no tuerzan por lo populista para recuperar ese año y pico perdido.
Creo urgente revisar el estado de las instituciones locales para darles un nuevo impulso fiscal y de planeación. Los proyectos con regalías no deben demorar; la financiación de los estudios para hacer proyectos debe aceitarse eficazmente; las herramientas, como el crédito para promover el emprendimiento, y la capacitación de nuevo cuño, deben aparecer rápidamente desde el presupuesto general. El impulso al turismo debe darse desde las regiones, no solo desde el centro, pero con recursos del centro; la capacidad de gastar de las Cámaras de Comercio debe ampliarse para apoyar a los entes locales, al igual que la de las Cajas de Compensación.
No dejemos en el camino a alcaldías y gobernaciones. El camino lo hemos podido andar por ellas
(Colprensa)