Quienes constituimos nuestras familias después de los años setenta somos las primeras generaciones de padres que criamos a los hijos bajo el poderoso influjo del movimiento pro autoestima, el cual cambió notoriamente el enfoque de la crianza. Mientras que la consigna de nuestros padres era educarnos para que fuéramos “responsables y obedientes”, hoy nuestros esfuerzos están mas orientados a lograr que los hijos tengan una buena autoestima porque sabemos que es fundamental para que tengan una vida exitosa y feliz.
Si bien es muy positivo que los padres sepamos la importancia de fortalecer un buen concepto de si mismos en los hijos, lo que no está bien es que con este propósito en mente, nos desbordemos en el reconocimiento que le damos a los hijos...