La carta que el presidente Juan Manuel Santos dirigió por estos días al expresidente Álvaro Uribe, es el más fiel retrato de su mezquina personalidad.
Haberla hecho pública desde la Casa de Nariño, antes de hacerla llegar a su destinatario, es muestra de que la fingida y ponzoñosa misiva no fue más que otra sucia jugada, cuyo propósito primordial fue el de dejar constancia ante el país y el mundo, de que el expresidente Álvaro Uribe y el grupo de oposición que él lidera, sí fueron invitados a participar de su gesta por la paz.
Invitación de cumploimiento, de esas que se hacen cuando de antemano se tiene la certeza de que el invitado no va a asistir.
Porque la respuesta del expresidente Uribe era más que obvia. Todos sabemos que ha sido contradictor...