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Otra vez la historia se repite

11 de junio de 2025
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  • Otra vez la historia se repite
  • Otra vez la historia se repite

Por Daniel Duque Velásquez - @danielduquev

A mi generación no le tocó ver en tiempo real los asesinatos de Álvaro Gómez Hurtado, Luis Carlos Galán Sarmiento, Carlos Pizarro Leóngomez, Bernardo Jaramillo Ossa o Jaime Pardo Leal. Crecimos escuchando sus nombres en los libros, en documentales, en las conmemoraciones. Siempre con la esperanza, quizás ingenua, de que esas páginas dolorosas de la historia colombiana habían quedado atrás y no volverían a repetirse en el futuro.

Pero hoy, con dolor y preocupación, vemos cómo el país vuelve a rozar ese abismo. El atentado contra el precandidato presidencial y senador Miguel Uribe Turbay no solo es un crimen atroz que debe ser investigado y condenado con toda la fuerza de la ley. Es también una advertencia que nos estremece: nos muestra que la violencia política no es cosa del pasado, que puede reaparecer cuando menos lo esperamos si no cuidamos los fundamentos de la democracia y aumentamos la polarización. Nos recuerda que hay fuerzas, abiertas o solapadas, que aún creen que el silencio impuesto por las armas es más eficaz que el debate abierto de las ideas y los argumentos. Y lo que resulta más desgarrador es el hecho de que un menor de apenas 14 años, víctima de una sociedad rota, haya sido instrumentalizado para cometer este crimen. Esa imagen —la de un niño empuñando un arma por encargo— debe sacudirnos como país. Porque no solo habla del fracaso del Estado, sino también del desmoronamiento de un pacto básico: el respeto por la vida como condición para convivir en lo diverso.

Colombia ha vivido esta tragedia muchas veces. Y sin embargo, parece condenada a repetirla. La violencia política no es un fenómeno aislado, es el resultado de años de discursos que deshumanizan al contradictor, que convierten la política en una guerra, que alimentan el odio y dividen a los ciudadanos en bandos irreconciliables.

Por eso, lo más doloroso de estos días no ha sido solo el atentado en sí, sino la forma en que algunos líderes —en lugar de actuar con responsabilidad— han intentado instrumentalizar este hecho para seguir sembrando cizaña y profundizar la polarización. Mientras el país necesita unidad, ellos siembran sospechas, difunden teorías sin sustento, aprovechan el miedo para fortalecer su propio relato y enrarecen más el ambiente.

No se puede construir una democracia sobre el odio. No se puede promover el respeto a la vida mientras se deshumaniza al contradictor. No se puede invocar la paz con un lenguaje que incita a la guerra.

Toda la sociedad colombiana tiene que mirarse en el espejo de este atentado. Preguntarse si de verdad queremos seguir por este camino. Y pensar, con seriedad, qué clase de liderazgos estamos premiando, promoviendo, escuchando. Porque la historia se repite, sí. Pero no tiene por qué repetirse para siempre. Podemos, y debemos, escribir una distinta.

Deseo una pronta y completa recuperación a Miguel Uribe Turbay, cuya vida aún corre peligro. Un abrazo solidario para su familia, que enfrenta estas horas con dolor y valentía. Que sepan que el país entero, independiente de la militancia política, está con ustedes en estos momentos.

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