Por LUZ DARY GONZÁLEZ P.
Dos veces mientras voy conduciendo yo, en la avenida 80 de Medellín, y otra mientras iba con una familiar, hemos sido víctimas de destrozo de uno de los espejos retrovisores por parte de motociclistas. Ninguno de ellos se ha detenido para mirar qué hizo o preguntar cómo arreglar el daño. Uno de ellos siguió de largo mientras se reía, pues seguro le pareció muy graciosa su hazaña. Pero aparte de la imposibilidad de bajarse del carro para perseguir a los infractores (por llamarlos de alguna forma) nos hemos encontrado con la dificultad de anotar sus placas. Cuando no las llevan tapadas, las que llevan en los cascos son distintas a las de la moto. Y las de la moto terminan con una letra que se confunde, por ejemplo la letra...