Las ceibas bongas de la Serranía de Abibe (si no las han acabado de tumbar) y la serranía con neblina; la ruda amabilidad de la gente, que ya escasea; la arepa, blanca, plana, simple, la amarilla también; la pintura minuciosa y poco reconocida de don Alejandro Serna; el ceviche de chicharrón en “La curva del gordo” en Amagá; el Atanasio Girardot lleno y vestido de rojo; Buenos Aires (corregimiento de Andes), que le hace más honor al nombre que la ciudad argentina; Caracolí con el domo plateado que se veía desde el tren; el río Cauca, café, angosto, hondo; el rigor y el compromiso de Cayetano Betancur; las iguanas que se calientan en los techos de zinc de Caucasia; los Farallones del Citará, volubles y majestuosos; el ají de los catíos de Dabeiba;...