No todos hemos estado al borde de la muerte. Literalmente. Encañonados y de cara al vacío. Pero muchos hemos estado a punto de perder la vida, por no decir que todos hemos pasado por un momento decisivo de tensión, de resignación, de paso definitivo. No sé cuándo llega pero de pronto te miras al espejo, escuchas una palabra, unos pasos en la noche, un final o todo el despliegue del comienzo y te descubres solo y desnudo en una inmensidad que es el mundo, la vida. Y te pierdes. Te entumeces. Te aturdes. Y entonces te dejas llevar.
No hay que ser religioso para creer en epifanías. Pero hay que creer lo suficiente para entender los momentos de revelación. Hay que estar atento y no dejarse tentar por el pie de la letra que canta la mayoría. Las reglas....