Hace poco escuché a una politóloga decir que quisiéramos o no, el mundo estaba abocado a vivir entre la bipolaridad de la derecha y de la izquierda. Decía que la una sin la otra no puede vivir.
Pero cuando se hacen balances después de tantos años en que ambas han ejercido sus hegemonías geográficas, y se ve la estela de miseria humana que han dejado a su paso, es inevitable sublevarse a que el mundo tenga que estar subyugado por alguna de las dos.
El retrato que Svetlana Aleixievich ha dejado consignado en la destrozada polifonía de voces soviéticas, es cuenta suficiente del fracaso de un mundo comunista que durante más de 70 años se encargó de lacerar el alma humana, para adosar en ella consignas estatales con valores de papel y mentiras que...