Síguenos en:

DESGRACIA HUMANA, BENDICIÓN DE DIOS

Por

Juan Pablo Cardona Q.

adielo123@gmail.com

Un leproso no duda en acercarse al Señor para que Él lo curara. La lepra era una enfermedad maligna y espantosa, su curación era tan improbable como la resurrección, excluía de la comunión con el pueblo, segregaba a un hombre de sus relaciones con el pueblo de Dios. “!Impuro, impuro!”, gritaba él mismo desde lejos, de manera que todos se pudieran parar y evitar así acercarse a él. Jesús toca al enfermo para demostrar así su desprecio por las inhumanas leyes vigentes y demuestra de esta manera que el infringir la ley civil y religiosa, estas leyes no son soberanas ni absolutas.

Jesús se deja “contagiar” de misericordia en su corazón por la necesidad y la fe del leproso, y no teme al contagio de la lepra. El leproso al ser curado se contagió de pureza y de entusiasmo gritando a todos su curación y su hallazgo. Un encuentro en la necesidad, una transformación, un entusiasmo.

Es el encuentro del dolor sin remedio humano con quien tiene poder sobrehumano para curarlo todo. Jesús tiene la respuesta a tantas preguntas llenas de miseria y dolor: ¿Por qué el hambre? Por qué descuartizan niños? ¿Por qué tantas injusticias? Desde el punto de vista humano, toda respuesta es insuficiente y decepcionante, y ante tanta impotencia, se amenaza y se dan ultimátum humanos como única respuesta. Jesús es la respuesta, a condición que se entienda desde la fe. Él se pone en contacto con la humanidad irremediablemente enferma desde el punto de vista humano y quiere establecer con cada uno relaciones personales como con seres racionales y libres.

La relación del Señor con la humanidad doliente no es un gesto de filantropía colectiva. Para Él lo que cuenta es el individuo. Se trata de un amor personal e individual, en nada semejante al anonimato de los grandes hospitales donde cada paciente es un número de habitación con el nombre en la cabecera por si acaso. O con el juzgamiento que le hacemos a las personas que por desgracia caen enfermas o están contagiados de algo que por su forma de ser, pensar o actuar salen de nuestras tribus humanas.

El Señor no admite comparaciones con las preocupaciones de la ciencia frente al mal, porque la ciencia estudia las enfermedades en enfermos concretos, pero la solicitud del Señor recae sobre el enfermo mismo. Cada ser humano en desgracia puede dirigirse al Señor con la oración del leproso: “si quieres, puedes curarme”.

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS
Otros Columnistas