En vez de buscar mafias de verdad (o de mentiras) y continuar profundizando los viciosos ciclos de la estigmatización social y promoviendo la persecución mediante la insinuación, los funcionarios públicos deberían reconocer que, detrás de la protesta, hay democracia.
La gente protesta porque no está bien, porque está en desacuerdo con algo, porque quiere resistir, e, importantemente, porque todavía cree que, organizándose, algo puede cambiar. Que en medio de la apatía, el miedo y el desorden social que priman en casi todas las sociedades latinoamericanas haya gente que se asocie, se organice y se movilice para formular sus reclamaciones debería ser motivo de celebración y reconocimiento.
Detrás de la protesta, hay un largo camino de organización....