En diciembre todo tiene la palabra, no hay cosa que no esté invitada a hablar. Los ojos hablan, los oídos hablan, el olfato habla, el gusto habla, las manos hablan, los pies hablan. Diciembre, tiempo del lenguaje multidimensional.
En diciembre todo habla con elocuencia soberana. Novenas, villancicos, vacaciones, paseos, visitas, aguinaldos. Hasta la alborada que inunda el día entero con su luz soñada vuelve palabra su luminosidad.
Me valgo de la palabra para hacer a otros partícipes de lo mío, lo que llevo en el cuerpo y en el alma. La palabra, el poder que tengo para concretar lo que me pasa y ponerle contorno a lo que veo, oigo, huelo, gusto, toco, más aún, a lo que pienso, siento, amo. Milagro de milagros, la palabra.
Más que tener palabras,...